sábado, 1 de mayo de 2010

SENESCO, SED AMO



Amor mío, los árboles son falos que recuerdan al cielo lo que fui,
y todos los hombres son monumentos de mi ruina.
De que sirve llorar, en este crepúsculo en que el amor empieza

si estás tú frente a mí, como lo que un dia
fuiste: presagio de mi mismo, no de mi destrucción, última rosa
para levantar la tumba,
para ponerla en pie como árbol
que contará de nuevo los cielos
mi vida, mi historia que el ocaso vuelve perdida, como
embalaje en manos de extraños
como excremento que a tus pies coloco o
abrumador relato fantástico: que yo era un perro
vagando donde no había vida,
lamiendo dia a dia la lápida que me sugiere
y ahora seré si quieres, fuego fatuo
que alumbre por las noches tu lectura, y ruido
de fantasmas para alejar el silencio, y canción
en la sombra, y mano
que no supo de otra, y hombre
buscándote en el laberinto, y allí gritando cerca
del monstruo tu nombre, e imaginando tus ojos.

Leopoldo María Panero

Agujero llamado Nevermore

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