sábado, 19 de febrero de 2011

NUDO GORDIANO



  Que las cosas no son lo que parecen es algo que nunca  he querido creer, quizá porque es reconocer, de alguna manera, que no tiene uno la suficiente perspicacia para verlas como son. Cuando Sócrates se planteó esa duda verdaderamente metódica de afirmar que nada sabía, intuyo que estaba haciendo un ejercicio de humildad, de cara a unos jovencitos apolineos que, ávidos de sabiduría, pondrían cara de bobos viendo al más grande sabio contemporáneo bajarse los pantalones alegremente con una cuestión tan delicada. Creo, que Sócrates, por tanto, no escondía ninguna velada referencia a la bisoñez de sus contertulios, y que era absolutamente sincero, inaugurando así un sentido recto de la ignorancia, doctorando a la humanidad entera con un recurso ético, que ayuda mucho en toda época, que es el de no creer que se sabe todo.

  La sabiduría, para muchos, es un taparrabos con forma de corbata. Un taparrabos con el que ocultan sus vergüenzas, mientras se ajustan un poco mejor el nudo. El problema arriba cuando al miembro le da por erguirse, las palabras acuden entonces tartamudas, trastabillándose en la engolada nuez del académico, que apenas puede mascullar una lección aprendida hace mucho tiempo.A algunos políticos se les nota que llevan slips, suelen ser los subdelegados del gobierno, gente dinámica y juvenil que no se resignan a ser unos calzonazos y están comprometidos con el progreso. Otros se empeñan en llevar el nudo gordiano más ancho que los presentadores de telediario, a juego con sus grandes narices de oledores de trufa, de actualidad soterrada y usurera.
  ¡Platón no llevaba calzoncillos ni corbata y era un señor, todo el mundo le respetaba! Con su túnica hiperbólica de lino se paseaba tranquilamente, comiéndose unos higos chumbos por el ágora, sin tener que soportar la impertinencias de la prensa. ¡Qué tristes y ufanos, los publireporteros detrás de los políticos pret-a-porter, que tienen a toda hora una frase a medida!
  Claro que es tarde para revoluciones, pero mire usted, quizá la moda del sansculotte resucite ahora en esta forma del corbatillo y, con la inestimable ayuda de la redecilla social, conquistemos el acceso gratuito a la energía y a la cocina de la aldea global. No sería mal atuendo, cambiar el traje normal por este silvestre corbatillo a rayas trufadas; con el agujero en la capa de ozono, vamos a pasar mucho calor.

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