sábado, 31 de marzo de 2012

La voz de su amo.

Si libas en flor de novedades
Recuerda el vasto mundo que te precede
Ese que te otorgó la luz y la palabra
No olvides que el hombre es una cifra
Que informa la materia
Y transforma la piedra en pan.

Si prefieres hundirte en tu ceguera
Y dormir satisfecho, será tu canto
Un yermo alpiste esparcido
En el viento, perdido para siempre. 

Acaso aspiras a una oscura prebenda
Quizá tu mirada ya sólo ve mementos mori...

Una voz sincera no tiene amos.

viernes, 30 de marzo de 2012

Aparta de mí este cáliz.


                                           Que la voz transmita
                                              Con franqueza lo que siente
                                                Y no temer el veneno purificador
                                                  De la crítica  


                                                 El árbol de la ciencia
                                                 Da sombra para todos
                                                 No empañes con tu verbo telúrico
                                                 La  diáfana sencillez de las cosas.




jueves, 29 de marzo de 2012

Provincia de Huelga

    Anduvimos con el amigo Pablo, guitarrista flamenco de los madriles, en la manifestación de la Huelga General de Córdoba, ya saben, provincia andaluza con muchos parados. Comprendí desde el primer momento que éramos, si había que serlo, dos tontos motivados. Calentando motores comenzamos a intercambiar pareceres en torno a esta situación social que nos ha tocado vivir, gracias a Dios. Al rato apareció un familiar que es profesor, afortunadamente sólo le quitan cien euros por haber secundado, con su presencia, el evento consuetudinario. El operativo policial para domeñar una masa de personas de cuyo número no quiero acordarme eran, poco más de cuatro coches de la policía local con su correspondiente dotación paritaria de agentes unisex y siete policías nacionales antidisturbios apostados en la puerta principal de El Corte Inglés con sus correspondientes dotes de mando. Han soportado pacientemente la lluvia de improperios y una pitada equivalente a quince veces la que le dieron en la Monumental de México a Curro Romero aquél día que se orinó en el traje de luces cuando fue a entrar a matar al toro Reformista; un negro zahíno con la carrera de economista en la complutense, que se ahorraba por el pitón derecho todo lo que derrochaba por el izquierdo. Abreviando: a la altura del Bar Ruba, habiendo rodeado el dichoso palacio del capricho mío gigante que es El Corte Inglés, unos chicos han tirado las sillas de la terraza del bar hacia la puerta del mismo; una señora sindicalista de armas tomar les ha increpado y llamado al orden de la membresía obrera, que consiste en portarse bien, si hay que portarse de alguna manera. La súplica ha sido atendida, momento que hemos aprovechado para volvernos suponiendo, equivocadamente, que todo acababa allí. Unos usuarios de la Corporación Dermoestética, sonreían desde el ventanal y saludaban al respetable, pero no han querido tirarse. Deben ser tontos motivados también, aunque con unas motivaciones distintas. Por cierto, el santo que hemos llevado es la Santísima Virgen de la Contrarreforma Laboral, una talla secreta de Chillida.
Figurante.

                                          La Murga De Los Currantes by Carlos Cano on Grooveshark



Soneto de un fauno sin perspectivas

noria sonámbula de los destinos
los seres implicados en tus vueltas
han resuelto llevar vidas esbeltas
delgadas existencias de felinos

es la faz desmañada de los pinos,
en el viento suspensas desenvueltas
las ramas arañándose revueltas,
el espejo de todos los caminos

esa turbia cadencia de las sombras
movidas por el aire me subleva
soy capaz de crecerme en la amenaza

si eres acaso tú entre las hembras
la que finge querer lo que se lleva
te sonaré la flauta en la terraza



miércoles, 28 de marzo de 2012

LA VERDADERA HISTORIA DE LOS PECES BLANCOS DE PÁTZCUARO, de Max Aub

    En aquel tiempo los chinos creían que los peces eran almas fugadas. Inmóviles, los miraban hora tras hora. Y si un pez atravesaba su imagen reflejada tenían el convencimiento de que aquel animal era parte de su propio ser. Supongo que el mito de Narciso tiene cierta relación con esto.
    Viéndolos, quietos, frente a frente, sin pestañear, años y años, ganaron aquella impasibilidad de los músculos de la cara que ha llegado a caracterizarlos. Y de tanto sol se pusieron amarillos. En esa contemplación, los mejores llegaron a perder el conocimiento de sí mismos. Nadie pensaba entonces que el hombre fuera medida del hombre, sino la medida de los peces. De eso no supieron ni Confucio ni Mencio, ni Chountzé, ni Tseyou, ni la reina Nancia, ni su marido el duque, ni el barón de Kan Ki de Lou. Es una historia muy anterior: cuando los peces inventaron la palabra melancolía. Entonces Poseidón era todavía un dios muy poderoso, tanto o más que Zeus, y no sólo reinaba sobre el mar, sino en las entrañas de la tierra. Lo dice Homero, aunque sólo habló de oídas, tiempo después. Poseidón - el don de poseer- era entonces, todavía, el rey de los temblores. Por eso se llama Enochtithón, el que conmueve la tierra. De Enochtithón a Tenochtitlán, no hay más que un soplo. Pero no adelantemos acontecimientos.

    En esa época, tan lejana que nadie se acuerda de ella, el lago de Pátzcuaro -que no se llamaba todavía así ni de ninguna manera- estaba triste, sin peces. Al agua le gustan los peces porque le divierten y hacen cosquillas en la espina dorsal de la Tierra. Se los pidió a los ríos y a los mares, pero ni unos ni otros podían llegar a él: estaba demasiado alto. Hubo grandes tormentas en la mar, pero a pesar de todos los esfuerzos de las olas y espumas, éstas se quedaron a medio camino. Así se formó, entre otras cosas, el golfo de California. El río Lerma y el río Balsas intentaron llegar a él, con la ayuda de sus hijos, el Tepalcatepec, el Caracuaro y el Tacámbaro - que tampoco se llamaban entonces así-, pero tampoco pudieron. Entonces el Viento le dijo al Lago que sólo los hombres podían traerle peces. Pero el lago no sabía qué eran los hombres, ninguno se había mirado en sus aguas. El lago se moría de quieto. El Viento que en él se posaba le tuvo lástima y fue un día a contárselo al Emperador de la China. Pero el Emperador, sublimado de honra y dignidad, no le oyó, y lo remitió al dios de la Literatura y a su vez éste al de los Exámenes. Pero debido a la gran burocracia china, El Viento tuvo que ir a contárselo al portero del ministerio, siguiendo un estricto escalafón. El portero se lo comunicó al mozo tercero, y éste al segundo, pero a éste se le olvidó. No importa, porque el viento tiene poco que ver con esta verdadera historia.


    El Emperador de la China tenía mil peces negros en un vivero de jade. El Emperador de la China, vestido de seda negra, se pasaba las tardes sentado frente al estanque verde viendo el ir y venir de sus peces negros. El Emperador de la China solía tener el humor negro, porque desde hacía algún tiempo, sin que ningún filósofo alcanzara a saber porqué, algunos peces nacían con una o varias pintas amarillas. El Emperador hizo llamar sabios de todos los lugares de la tierra. Llegaron hombres de infinita sabiduría desde las márgenes del río Azul, del Imperio del Tíbet, de los monten Kuensún, del Indostán, del Misora, del Coromandel, del Penjab y de los montes de Cabul, del Laos y de Thap-muir, del Turkestán. Fineses, tártaros, mongoles, tungusos, turcos, turanios, de los valles del Ural, de las laderas del Altai, de las riberas del Éufrates. Vino el propio escultor que había labrado la estela de E-Anna-Du. Y un embajador del rey semita Urukagina.


    No se pudieron poner de acuerdo acerca del extraño fenómeno. Las razones fueron muy variadas, según las informaran el interés, el halago o la ciencia. Sin embargo, dos fueron las causas más generalizadas en las que basaron sus especulaciones acerca de las escamas amarillas: el Sol y el Oro.
   De ahí nació una de las controversias místicas más enconadas acerca del alma de los peces.

    Los puntos extremos fueron sostenidos respectivamente por las escuelas Chan y los de una escuela tibetana cuyo nombre exacto se ha perdido. Los representantes de esta última, tenían en menos el mar y las aguas y afirmaban que los peces eran seres inferiores. Posiblemente eran materialistas, y acabaron todos en el patíbulo, menos Rhan y Po-Vu, los grandes maestros, que fueron echados al tanque de las lampreas; pero éstas no se los quisieron comer. En ello vió el Emperador una seña de la clarividencia divina. Entonces se los llevaron, con gran prosopopeya, al mar, donde los tiburones no les hicieron ascos. Pero todo esto sucedió después del concilio de Pekín, años más tarde de los que estoy refiriendo.
    La cuestión esencial de las escamas doradas quedó sin resolver. Los guardianes fueron torturados. Lo-Si-Tan suponía, con cierta verosimilitud, que alguno de ellos, resentido con el jefe de los viveros, había pasado subrepticiamente un pez dorado a la balsa de los Peces de la Noche. Mas no se pudo probar. Siguiendo el consejo del tercer ministro, el Emperador promulgó una ley mandando matar todos los peces que tuvieran aunque sólo fuese una sola escama amarilla, en cien leguas a la redonda. A los tres meses volvieron a nacer, de padres negrísimos, algunos pececillos con escamas doradas.
   Entonces Fu-Nu-Po, el famoso desterrado, envió al Emperador una largo razonamiento que empezaba diciendo:
  "La noche es larga, pero no interminable. Las nubes se deshacen en los almendros y las flores miran las nieves eternas de tus montañas lejanas.  
Los pájaros se miran en las aguas quietas de los lagos y bajan raudos creyendo encontrar el amor.
Luego vuelven a subir más lentos tras haber formado los círculos de la sabiduría y del desengaño, que van a morir en las orillas.
     ¡Oh poderosísimo monarca del mundo!
Todos los seres miran, el universo está lleno de miradas y aparece cruzado por ellas, rayado de mil modos.
    Los peces tienen ojos y ven. Mas tus peces -los que tu tienes encerrados- no pueden sino ver el jade que los rodea y tienen que reconcomer sus propias miradas. Y, sabido es, el verde es el color de la envidia, que degenera siempre, y más en el otoño, en amarillo.
En eso no se parecen a tus cortesanos que no ven más allá de la punta roma de sus narices."
    Los cortesanos protestaron, pero el Emperador hizo construir un enorme vaso de cristal para que sus peces pudieran ver el mundo. Así se inventaron los acuarios. Pero de nada sirvió. Las escamas doradas siguieron apareciendo y el Emperador, sobrado de razón, mandó ajusticiar al poeta que, gracias a su escrito, había regresado a la patria.
    "Todo hecho tiene una base real." Éste era el lema de una famosa escuela filosófica de Ur. El Emperador hizo venir al más conocido maestro de esta doctrina. Pero el filósofo declinó la invitación (pudo hacerlo porque todo un mundo le separaba de la fuerza del Emperador de la China) y recomendó que se consultara a un historiador.
    En China no sabían lo que era un historiador. Entonces buscaron al hombre más viejo de la capital, que era un mendigo. Lo trajeron a palacio. El pobre, apergaminado como una pasa. Todos los agüeros eran favorables: el Gavilán a la izquierda y la Paloma a la derecha.
   Los ministros empezaron a interrogarle, el mendigo tenía buena memoria. Recordaba el tiempo en el que trajeron los peces, en siete lunas distintas. Cada especie de un color. Peces blancos, peces negros, peces rojos, peces dorados, peces rosas, peces grises y peces moteados, peces con pecas. El abuelo del abuelo del Emperador los hizo venir de todos los mares y de todos los ríos y fue feliz con ellos. Un día el hijo del hijo del hijo, padre del actual Emperador, tuvo un sueño: los peces blancos se marchaban hacia el Norte y se lo llevaban arrastrando entre hielos. (El Emperador mandó matar a todos los peces blancos. Tirándolos en el campo. Y no se volvió a saber de ellos hasta que se descubrió el nácar, y empezó a utilizarse para incrustar cajas y biombos y hacer botones.)
    El Emperador mandó ajusticiar al mendigo porque los sabios no supieron sacar nada en claro de cuanto contó y seguían apareciendo escamas doradas en los lomos de los peces negros.
    El Emperador murió, y nadie sabía por qué los peces negros procreaban a veces peces moteados de oro pálido. La verdad, como siempre, estaba del otro lado del mar. Pero Poseidón, enojado por haber sido relegado al Mediterráneo, no dejaba pasar noticias.
    La cosa fue que muchos años antes de que todo esto sucediera hubo una gran sequía y los hielos empezaron a retroceder hacia el extremo norte de la China. El guardián de los jardines del Emperador era un famoso guerrero, más conocido por su apetito nunca saciado que por sus empresas. Gran comedor de osos blancos y de focas lustrosas, solía salir a cazarlos cada día, y los mataba con su potente brazo armado de una gran lanza. Cuando los hielos se fueron retirando hacia la gran estrella fija, inalcanzable y siempre viva, el guardián de los jardines del Emperador pidió permiso para seguirlos; según dijo para ver adónde iban a parar, pero en verdad de verdad para no perder su alimento favorito. El fornido guardián se llamaba Ku Ri Le y marchó tras los hielos con lucida compañía. Llevó a su mujer y a sus hijos, a numerosos criados y a cientos de parientes en segundo grado.
    Ku Ri Le tenía un hijo predilecto, de su décima mujer, que se llamaba A La Ka. El niño se había criado en los jardines del Emperador, y había hecho gran amistad con los peces. Cuando supo de la partida se quedó triste pensando que ya nunca vería a sus amigos dar vueltas y revueltas, y, sin decirle nada a nadie, puso en una de las sillas de mano, adornada con incrustaciones de nácar, un gran recipiente y en él varias carpas, las que más le gustaban.
    El viaje duró dos años, a través de la China y de la Manchuria. Ku Ri Le era feliz entre tanto desierto helado. En aquel tiempo hacía tanto frío que nadie sabía si pisaba agua o tierra. De cuando en cuando sobre la enorme extensión blanca aparecían los picos duros y negros de las montañas. En una de ellas dejó su vida Ku Ri Le. Pero sus hijos - que ya tenían muchos años- siguieron adelante olvidados de cualquier otra clase de vida. A La Ka era feliz con sus peces, a pesar de que sucedió con ellos un extraño fenómeno: cuando estuvieron rodeados de hielos por todas partes las carpas empezaron a perder su color y volverse más finas y transparentes. Por aquellas tierras murió también A La Ka y, como sólo él sabía Geografía, los demás se encontraron perdidos. Sus descendientes decidieron volver a la China, que ellos no habían conocido, y empezaron a bajar hacia el sur. Transcurrieron años y años, y así fueron descubriendo los árboles, los colores y las praderas floridas. De tanto sol el color se les volvió bronceado. Hablaban ya un idioma propio que los chinos no podían entender. Sólo su arte conservaba rastros del de sus antepasados. Llegaron a un país encantador, lleno de lagos, y decidieron, ya perdida la esperanza de llegar nunca a China, quedarse siempre allí, porque las mujeres protestaban de tanto y tanto andar. Llevaban ya muchos peces, que ellos consideraban sagrados por ser, como ellos, descendientes del gran imperio del cielo. Los echaron a los lagos y en recuerdo a sus emperadores los llamaron Kan que también quería decir en su nueva lengua: lugar (Rey y lugar -lugar del Rey-.) A los peces los llamaban Mi Chi que con Hua (afijo posesivo) vino a dar Mi Chi Hua Kan: lugar de los peces.
    Mientras en los jardines del Emperador de la China, las carpas se acordaban todavía de A La Ka, porque las carpas chinas viven miles de cientos de años, y recordando al que se fue hacia el Norte, tras los hielos, llevándose las más hermosas de sus hermanas, en sus largas noches, empezaron a componer cantos y canciones en los que se narraban las aventuras de los idos. Entonces inventaron la palabra melancolía. Los peces negros oyeron los cantos de las carpas y les nacieron escamas doradas. Cuando se supo, porque todo acaba por saberse, el Emperador- hijo del hijo del hijo del Emperador- mandó arrancar las lenguas de las carpas. Desde entonces los chinos dicen: "Mudo como una carpa."
     El Emperador empezó a hablar:
    -¿ Dónde queda Michoacán?- porque era un poco duro de oído y confundía los sonidos.

    -Del otro lado del mar.

    -Allá iremos.

    -No puede ser -le dijeron-; los hielos se fueron y ahora no se puede pasar.

     Entonces el Emperador de la China mandó construir una gran escuadra.
  Pero los peces de Michoacán se habían vuelto nacionalistas. Empezaron por inventar el esdrújulo para marcar su independencia  sobre las lenguas antiguas. Así nacieron los nombres refulgentes de sus ríos: Tacámbaro, Camécuaro, Cupítero. Y el de sus pueblos: Pátzcuaro, Puruándiro, Yurécuaro, Zitácuaro, Queréndaro y Acámbaro.
     Cuando los pájaros trajeron la noticia de la próxima arribada de unos extranjeros, los peces blancos y transparentes del lago de Pátzcuaro decidieron defenderse y recurrieron a las serpientes. Éstas bajaron a los infiernos y consiguieron firmar una alianza indefinida con los señores del fuego, en recuerdo de Tenochtitlán. Y así nacieron, como bastiones naturales alrededor de su lago, los volcanes que hoy se ven: al norte: Triguindín, Quinceo y Cirate; al este, Tzinzunzán, al oeste, Patambán y Tancítaro; al sur, Jorullo, que necesitó abrir y vomitar fuego por doscientas cincuenta bocas para rechazar un ataque, todavía en el siglo XVIII. Hacia el segundo tercio del siglo XX, no se sabe exactamente en qué año, intentaron por última vez la conquista del sudoeste, y nació entonces el Parangaricutiro.
San Juan Viejo de Parangaricutiro
    Es posible que todo esto suceda por falta de información y que cuando los peces blancos de Pátzcuaro sepan exactamente lo que desean los peces chinos, la paz reine sobre la tierra.
     


Cinco siglos igual by Dirk Van Esbroeck on Grooveshark

martes, 27 de marzo de 2012

poema atonal

                                                                  


Elegante medusa palabra sinfónica
Arpa abandonada en el baúl de la gramática
Escupe tu viento de soledad hasta confundir
La verdad con su imagen sonora

Nombra esas luces de abismo
Traidoras a su sombra
Que emiten alma de violín
Y queja por la vida

Nunca pierdas la sinuosa identidad
Urdida noblemente en un rincón
Fruto de una piedad incombustible
Que sabe parar el tiempo

Para que puedas ser fiel
Al dios de la realidad
Al dáimon soberano de la risa

Medusa crítica
El tono contiene disonancias
Tiende a melodías filosóficas
Anula la indiferencia del mundo
Construye una economía del lenguaje

No bajes a las fosas abisales
Juega siempre en la superficie de las cosas
A la perspectiva falsa: hallarás la diferencia.


Musurgia Universalis de Atanasius Kircher



lunes, 26 de marzo de 2012

Soluciones de laboratorio

    Para aclarar a los demás un concepto que por su continuo uso haya quedado mugroso, por ejemplo el concepto de sociedad, del que se ha abusado hasta la náusea, invocado sobre todo por irresponsables, falsos demócratas de traje y corbata, pelafustanes mártires de la paz mundial y demás bestiario de opinadores profesionales: sumergir el concepto en un recipiente con leche de burra. Si la leche arranca tras unos segundos a hervir aproveche para leer ese libro que sabe usted fehacientemente que, aún alejándose bastante de sus posiciones ideológicas, contribuiría en gran medida a paliar las grandes lagunas que tiene usted en esa materia. Si por el contrario la leche se enfría inmediatamente, sepa que ese concepto está congelado en el tiempo y por tanto ya no rige. Debe sacarlo del recipiente y dejarlo al sol. Si llueve,  acérquelo al menos a una ventana, con la visión de la lluvia los conceptos congelados en el tiempo adquieren en unas horas una consistencia gaseosa parecida a la que tiene el humo del tabaco. En este caso, si se tiene la paciencia de observar bien las evoluciones de las volutas, se descubre que algunos conceptos que ya se habían dado por aclarados y viven cómodamente a la moda, no son en realidad vigentes y hace falta hervirlos, y que otros, antiguos, congelados en postales, a poco que se les aplique un poco de aliento vital recobran toda la energía que tuvieron y traen una luz de sabiduría sorprendentemente novedosa.

Otra solución de Laboratorios Al Juarismi.

Mejor sin velcro

     
    Algunas palabras tienen por detrás un velcro. Por seguridad, ya que acusan propensión a desprenderse de los objetos que nombran. Buscando un poco de hilo y una aguja para coser un botón he contemplado una escena curiosa en la canasta de la costura. En un pequeño comité, cinco palabras sin velcro debatían la posibilidad de formar un sindicato de poetas en la esperanza de que se le unan felizmente otras que gocen de una cierta libertad y formar todas juntas un himno a la libertad o algo parecido. Les he hecho ver la conveniencia de contratar los servicios de un escritor laboralista que las borde convenientemente. Casualmente- les dije- yo soy escritor y pasaba por aquí. Me he ofrecido a ayudarlas a cambio de un suministro permanente de palabras descosidas que vaya necesitando, o algún tipo de hilo argumental de un color poco frecuente. Han sido muy amables conmigo. No sé cómo pueden organizarse en ese lío constante que es una canasta de costura. Yo prefiero que anden un poco deshilachadas. Las que funcionan con velcro suelen ser poco combinables y hacen un ruido desagradable cuando se las arranca. Llevo años intentando quitar la palabra autoestima de un libro sobre sexualidad en la pareja pero no hay manera. Debe ser un velcro de psicólogo, son los más resistentes.




Para dormir, lo mejor es un cuento triste.

(Sobre título alterado de Claudio Rodríguez).


Para dormir, lo mejor es un cuento triste,
Ponerse las gafas de Bartleby, e inventariar,
Y cumplimentar taras, y folios, e impresos
Con desesperanza,
Volver del baile con Olga
Y bostezar de hastío, y ensayar un mohín
De claro desprecio al marido que ronca,
Y partir,
Tirando millas, con la dinamo del sueño, lejos,
Al evangelio de la tierra sin aceite,
Al calvero de ese príncipe de Buzzati
Que nunca alcanza los límites de su reino.


 Rafael Escobar, poeta de Belmonte ( Cuenca).




Collage de Al Juarismi

domingo, 25 de marzo de 2012

Topologías del yo

    

    Un señor precariamente vestido de negro que detesta el deporte y la psiquiatría camina hacia el colegio electoral para depositar las cenizas de su voto en una urna de plástico. Allí lo esperan los miembros de la mesa electoral desde las ocho de la mañana con trajes, vestidos de colores y pantalones vaqueros azul eléctrico. Al llegar, ve que el colegio está cerrado; un cartel anuncia que las personas que votaban allí, deben hacerlo ahora en otro colegio no muy lejano. El señor que abomina de la fórmula uno se orienta un poco, rota sobre su eje, calcula la trayectoria meliflua, el meridiano perfecto que le llevará, ésta vez sí, en la dirección recta, y piensa: Después de treinta años, vuelvo al lugar donde aprendí los rudimentos de la lengua que hablo y los primeros trazos de una escritura viva que cada vez tiene más ritmo. Este señor es escritor. Hasta el momento ha publicado sólo un cuento lacónico en que los jugadores de un equipo regional de fútbol deciden abandonar el deporte y hacerse cinéfilos. El cuento es simple, como la papeleta y el sobre electorales. Es sencillo como su vida discreta y respetuosa, entre libros. Dice así:
   
     Nuestras circunstancias están claras. Con el fútbol, sólo pudimos alcanzar una gloria de barrio. Una épica patraña para olvidar. Una colección de copas escrupulosamente limpias y relucientes sin relevancia alguna. En todo caso, la del religioso recuerdo de un colegio de niñas que había al lado del nuestro en el que algún desaprensivo afecto al ready made ha estampado su firma con esta frase:    Tócala otra vez, Juan.




sábado, 24 de marzo de 2012

Muy bien de precio

Laboratorio lexicográfico de Pekín

Haciendo un experimento con la palabra mercantilismo, borracha, ésta ha expulsado por la o una fisiocracia con aspecto de señor de derechas levemente absurdo que me ha dicho: ¿Tiene usted hora, por favor? Le he respondido que antes debía explicarme qué ocupaciones tenía dentro de la palabra mercantilismo. Con un azoramiento visible contesta que se dedicaba a llevarle el té con pastas a las cinco de la tarde y hablaba con ella de política, y un poco de cosmética. A la pregunta de si ejercía en horas libres de asesor de retórica liberal ha exigido la presencia de su abogado. Se le ha expedido un pasaporte para Pekín con el cometido de que aprenda matemáticas con un ábaco. La fisiocracia ya ha hecho mucho daño aquí. Se fue, diciendo: Laissez faire, laissez paser con un sonoro portazo.

                                        Pobrecito Mi Patrón by Alberto Cortez on Grooveshark

dioses domésticos

Esta mañana al subir la persiana del dormitorio la primavera me esperaba del otro lado, eso creía yo. En su lugar había un señor con un mono de trabajo limpiando por fuera la ventana con un plumero de quitar el polvo. Le he sonreído y se ha difuminado como un holograma con la batería baja. Los cristales no se limpian con plumeros -iba pensando- cuando al levantar la tapa del inodoro estaban guisándose unas lentejas dentro, olían a gloria. He bajado la tapa y al abrirla otra vez en lugar  del guiso había una nota de papel flotando que decía " no te olvides de apagar el fuego dentro de diez minutos". Apresurado sin lavarme la cara siquiera he ido a la cocina. En lugar de la hornilla había una jaula con un señor muy elegante haciendo sus necesidades mientras leía. Le he preguntado que quién era. Si he de creerle, me ha dicho que era un dios doméstico, pero que emigraba. Tras tirar de la cisterna ha salido de la jaula y se ha arrojado por la ventana de la cocina en paracaídas. En suma, me han abandonado los lares, los manes y los penates. Tendré que hacer pingües sacrificios para que vuelvan.



viernes, 23 de marzo de 2012

MEJOR CALLAR, poema de Aquilino Duque



                              Si ya está todo dicho y con mejores palabras
                              y además es inútil. Si a nadie le interesa
                              lo que tú hayas pensado una tarde de verano
                              de esas que no se dejan abordar fácilmente.
                             ¿Por qué insistes, qué alberca de endulzar altramuces,
                             qué montón de avellanas con sus verdes manguitos
                             vas a recuperar, si hasta las ocas blancas
                             que tanto perseguías levantaron el vuelo,
                             y ni el álbum aquel de las chocolatinas
                             te lleva a Cachemira y a su puente colgante
                             en un biplano Farman o en un pez volador?

                             ¡Si ya está dicho! ¡Si la verdad estorba,

                             y bajo las estrellas el que aún sabe cantar
                             se consuela mirando los círculos de agua
                             que en el silencio forman sus versos al caer!

jueves, 22 de marzo de 2012

Obituario de artistas




Con una tímida piedad me acerqué a él. Le pregunté si se encontraba bien, lo zarandeé un poco. Era Erik Satie y estaba muerto. Retire la mano y métasela en el bolsillo - me dijo-visíblemente molesto.


escuela de cinismo

      Para ser un buen cínico no es suficiente serlo, hay que parecerlo, sin asomo de duda. La mejor manera, por sencilla y efectiva, es afectar una seriedad absolutamente falsa. El cinismo se diseña con un criterio de consideraciones estrecho, frente a una realidad que le desmiente. Viste, no obstante, ropa con un cierto vuelo intelectual. Ropa no lo suficientemente ancha para ser filósofo, ceñida al talle en algún lugar estratégico, para disimular algún defecto, y no parecer tampoco exactamente un poeta afeminado.

       Su lema es: " Ríete de todas aquellas razones que estén fundadas en convicciones firmes." De aquella escuela donde Diógenes aprendió un poco de ascetismo y desprecio de lo mundano, esta escuela de hoy en día no ha cogido bien el hilo. Hace una interpretación de la historia universal, tan pobre, como grande es el ridículo que provocan. El cinismo consiste en este caso, en un sentimiento colectivo del ridículo, donde uno, el cínico, con su pose impostora, hace el ridículo mientras la mayoría simple de las personas observa con un cierto bochorno, el deambular de su pluma entre la barbilla y el hombro derecho. Cuando salen de la escuela, a sus respectivas ocupaciones o especialidades, ya sea en el ámbito de la prensa escrita, como críticos, quizá en la radio; de ninguna manera han tenido tiempo de leer con aprovechamiento y por tanto son unos lectores de la realidad muy dispersos, torpes para la maceración lenta del análisis.


     Una segunda vida de sportman o tahúr les puede compensar del terrible sopor que suponen las reuniones de carácter social y de la idiocia que comporta estar ideológicamente sujeto a una escuela de reverendos sociólogos. Mientras leen nadan y guardan la ropa. Hay que mojarse un poco, pero al final no es tanto.

                                     Vengo buscando pelea by Silvio y Sacramento on Grooveshark

miércoles, 21 de marzo de 2012

lección de rumañol

    Este documento que les transcribo tal como lo he recibido de mi compañero Darie Yordache es una queja formal para presentar en el consistorio municipal. Se trata de un texto escrito en una lengua viva que voy a denominar rumañol. Se puede percibir claramente, a pesar del estado larvario o futurista en que aparece el castellano, que hay elementos de juicio suficientes, y que el espíritu que lo guía es honesto y noble. No pretendo, desde luego, hacer mofa alguna de este magnífico cimbalista de origen rumano, cuya fama, por demás, es amplia, pueden ustedes verle en you tube interpretando unas piezas de bellísima factura. Es hilarante, no cabe duda. Quiero resaltar más bien la animosidad de mi estimado compañero musical, al que ayudaré para recomponer, en la medida de lo posible, el intrincado argumento de esta historia, a fin de presentar una queja legible. Como podrán comprobar, el reto no es fácil. El texto originalmente viene escrito a máquina:


Conosco señora klara aprocimado un año unos cinco yenero me dice que tiene una problema con sitio de tocar senor nicolao. 11 yenero señora leticia con su amigo me dice qe nicolao me trasmite un saludo. donde yo porque no respeta klara donde leticia me dice qe esagera. con su amigo alberto tiene una problema des seis meses con sitio para tocar a donde intervenir con maria con su madre tienda con su vecino de arco. no en mi problema. qe tenia amigo de klara rafaelo con migo cuanto ganar yo al dia don de comer me dice klara yama a rafaelo para telefono problema para su a migo alberto no con prendo porque me invita a su casa me dice qe a estado en hospital qe no tiene dinero para tabaco. yo respeto a mi religion ortodox qe tengo una vida normal. no me interesa qe problema tiene alberto klara rafaelo, pienso qe nosotros no preguntado para licensia de ayuntamiento an de documentacion quiere representa qe tenemos buena educacion. gracias para entender darie yordache, envidia seloso no es buena.
Dibujo de Sake Rinox.

martes, 20 de marzo de 2012

UN BRUTAL DIRECTO

      La batuta señaló con precisión el lugar en que el impacto del guantazo debía caer. En el primer movimiento todo era ambiental y fogoso, los segurísimos violines volaban hacia el famoso motivo de Beethoven, preludiando su llegada mientras tú me cruzabas una mirada furtiva por el pasillo, a medias sensual y conminativa de no se sabe qué. Yo te la devolví con una nota ruda y seria de contrabajo. El pizzicato de las violas en el adagio evocaba ese viento confuso que precede a una tarde de tormenta, cuando te dije, con la serenidad del que quiere que las cosas se arreglen:

               - Justo ahora comienza el presto, con un frenético diálogo entre la cuerda y los vientos, es posible que el triste canto de las trompas nos conmueva demasiado. Hasta el punto de besarnos y quién sabe qué más-.


     El maestro Baremboim marcó el momento y el lugar. Fue en toda la boca. Cuando el concertino de violín comenzó, con un hermoso si bemol, el soliloquio final. Creo que te pasaste. Fue un tortazo sinfónico lleno de armónicos y matices. Salí de tu casa con el disco entre las piernas. Te podías haber apiadado, un poco, de un melómano sin brazos.

                                        Symphony No. 7 in A major, Op. 92: Allegretto by Beethoven on Grooveshark

Desorden matinal

   ¡Dejadme respirar! Eran una legión de palabras que, encaramadas en el colchón, me miraban en ademán impaciente esperando como polluelos hambrientos que las colocara con un cierto orden y significado en el texto. Gustan que una imagen las acompañe como un horizonte posible de lo que fueron cuando campaban libremente por ahí. Esta urgencia que me piden es, seguro, una rémora. Por eso primero las reúno en torno mío y les cuento el plan de trabajo diario incluyendo en primer lugar todos esos actos que he de ejecutar, tranquilamente, antes de ponerme a jugar con ellas. Ducharme, desayunar, adecentar la habitación mínimamente... es una estrategia para ganarles tiempo. Mientras me ocupo de estos asuntos cotidianos suelo verlas cuchicheando entre ellas o trasteando en las páginas de algún libro. Tampoco es infrecuente que se peleen: no hace mucho descubrí a las palabras alma y mater discutiendo (a tal efecto se escondieron en una maqueta del Coliseo), a voz en grito, la supuesta autoría de un discurso de Cicerón en el senado de Roma. Les afeé su conducta obligándolas a disculparse y a que vayan siempre de la mano si es que quieren hacerse protagonistas en algún discurso.
              ¡Dejadme respirar! les susurré aún medio dormido y una de ellas, la palabra émulo, levantó tímidamente la manita y muy en su papel, dijo:
            -Yo quiero ser como usted, o mejor-.
                      - Le contesté, - Muy bien. Para empezar friega los platos-. 
       Ha  vuelto tarde al salón pero a tiempo de entrar en el texto.     
       Llevaban unos días sin fregar.



                                        Milagreiro by Djavan on Grooveshark


                                               
        

Fábula Tercera, de Juan Benet

    Un estudioso - que toda la vida había tenido por costumbre entretener sus ratos de ocio con especulaciones de carácter filosófico- decidió un día vender la mayoría de sus bienes, retirarse del mundo, cortar toda relación con parientes y amigos, abandonar sus labores profesionales y consumir el tiempo que le quedaba de vida en la investigación de su propio pensamiento, con la vista puesta en en el hallazgo de una ley universal. Llamó a su criado y le dijo:

   - En lo sucesivo, no estoy para nadie. El tiempo que me resta lo necesito para mí y no puedo distraerme con los problemas de los demás. Lo tengo todo bien dispuesto y no necesito del concurso de nadie para resolver nuestros menesteres cotidianos, de los que en adelante te encargarás tú. Puedes disponer de tu tiempo a tu antojo siempre que tengas la casa en orden y cumplas las pocas obligaciones que te impongo. La más importante de ellas, no lo olvides, es preservar mi retiro e impedir que sea distraído de mi quehacer. Así que sólo acudirás a mí bien para la labor de rutina, bien a instancias mías que, espero, no se producirán.

    Se retiró el criado a su aposento y pensó lo que debía hacer a la vista de tan precisas instrucciones. Unas semanas después, sin previo aviso irrumpió en el gabinete de su amo, a la hora que destinaba a sus más profundas meditaciones, y le dijo:

   - Señor, me ha sido entregada una misiva que contiene un urgente mensaje de la mayor importancia para usted. Deseo saber, señor, si he de entregársela o devolverla sin más al mensajero.
   - Ya te he dicho que no quiero que me molestes. ¿ Es esta la manera de cumplir mis instrucciones? Has cortado el hilo de mis pensamientos en un momento muy delicado y ahora, por culpa de esa desventurada carta, me veo  obligado a volver al punto donde estaba hace varios meses, echando por tierra todo el progreso realizado en ese tiempo. Dile al mensajero que se puede volver por donde ha venido, con esa carta que no me molestaré en abrir, y en lo sucesivo no te permitirás interrumpir mis meditaciones bajo ningún pretexto. Tenlo bien presente y que esto no se vuelva a producir.

     Consideró el criado la advertencia y se atuvo a la norma que le había dictado su amo, con absoluto rigor, hasta que pasadas unas cuantas estaciones irrumpió otra vez en su gabinete de trabajo.

   - Señor- le dijo-, pregunta por usted el caballero S para tratar un asunto de la más extrema gravedad.
   - ¡Ay maldito! -se lamentó el amo-, me has interrumpido en el punto más complicado y sutil del curso de mis pensamientos y temo que todas mis ideas, como pájaros en la jaula abierta, vuelen muy lejos de mí. Necesitaré varios años para recuperarlas por culpa de ese caballero S al que no recibiré ni hoy ni nunca, puesto que en nada le puedo servir ni él me ha de prestar el menor servicio. Dile que se vaya en mala hora y tú pon más atención en el cumplimiento de mis instrucciones porque me va mucho en ello y a ti también.

   Tomó buena nota el criado de esta última consideración y durante más de un lustro se atuvo estrictamente a a los preceptos de su amo, protegiendo su trabajo de cualquier influjo extraño. Empero llegó un día en que consideró el criado que no tenía más remedio que interrumpirlo y, no sin tomar en consideración las posibles consecuencias de su desacato, decidió una vez más sorprenderle en un momento de intensa reflexión.

   - Señor, -le dijo al entrar-, se trata de una dama que está decidida a entrar aun cuando usted no lo permita. Asegura que si es necesario recurrirá a la violencia y que no hay fuerza en el mundo capaz de impedirle la entrada.
   -¡Imbécil! Estaba a punto de llegar a la conclusión de mi pensamiento y has tenido que entrar tú para desbaratarlo de un golpe. Todo se ha venido abajo una vez más y ahora tendré que remontarme a mi primera idea si quiero llevarla hasta sus últimas consecuencias, esa definitiva verdad que tan cerca he estado de alcanzar. Dile a esa dama quien quiera que sea, que...Espera: ¿ Le has visto los ojos?
   - No.
    Se sentó de nuevo el sabio a recapacitar, y su mirada recorrió una vertical, desde el techo de su gabinete hasta el suelo, como si observara una lenta caída. Luego dijo al criado, tras un instante de vacilación, pero con tono firme:

   - Ahora todo está claro. Lo primero y lo último es lo mismo; lo comprendo perfectamente. He sido un ciego. Dile a la dama que pase.
   -Señor - respondió el criado-, yo no he dicho que la dama esté aquí. Tan sólo he dicho que me ha hecho saber que está decidida a entrar y que nada ni nadie la detendrá.
   - Y ahora que me ha obligado a admitir lo que nunca me detuve a considerar, ¿ crees que tardará mucho en venir?
   - Creo que piensa tardar algo, señor - respondió el criado.

Collage de Enma Cohen

¿comprendi?

Tu vai lachá linstrument perque ío he dicho a jefe dayuntamento qui vai fare un audición, ¿comprendi?


De esta guisa me habla un compañero de faenas musicales, rumano; Dario se llama. Pero no piensen en Babilonia. Dario tiene pinta de pirata guapo. Yo le tengo dicho que intente pronunciar mejor. Es bajito y delgado, toca el címbalo húngaro, una especie de mueble decimonónico que suena como una caja de música gigante. Un instrumento gigante tocado por un bajito genial. Esa forma de hablar sin embargo...también le gusta dar la mano como los jugadores de baloncesto. Francachelas. Hemos grabado una versión del tercer movimiento del concierto de Aranjuez. Otro día me paro y les cuento de Pablo, un guitarrista flamenco de Madrid. Vieni, vai venir da fare linstrument, láchalo qui ¿comprendi?


Acabo de saber que Javier Krahe ha  sido condenado a pagar una fianza de 192.000 euros por cocinar con mantequilla un cristo de plástico en el horno y hacerlo resucitar en tres minutos, en 1978. Yo le hubiera dado la cruz al mérito militar, porque en aquella época poca gente se atrevía a ser tan beligerante. Que ese delito de ofender sentimientos religiosos siga estando penado más de treinta años después... ¡No comprendi!

lunes, 19 de marzo de 2012

Por qué los pájaros pequeños no tocan la mandolina, de Luis Cernuda


La luz lleva detrás a tantas nubes,
Tantas manos de hastío
Mirando los colores,
Colores encantados
De la bella bandera anochecida,
Que algún río se va
Algún desierto huye de cielo en cielo.

Todo ello, decidme, no justifica nada
Ni siquiera el amor
De estar enamorado,
Hoy por eso los labios
Se hielan lentamente
Tan solos como el mundo
Solo, solo entre nadie.

Mirad bien a los ojos para no cantar luego
la canción de aquel viento que no vuelve.

Escorial I


Venenos

   
    Conozco al menos dos variedades venenosas de la palabra olvido. Una es el olvido entre comillas. Suele hospedarse en oficinas, ministerios y bancos. A cambio de una dosis puede pernoctar entre documentos, ficheros y censos; aunque hay noches que el ronquido de un acta notarial no le deja dormir. A las primeras horas del alba el sibilino olvido entre comillas se pasea buscando víctimas propicias en las gentes que van al trabajo con prisa o durmiendo en el metro. Este tipo de olvido es muy común, con el tiempo se deteriora. Cuando se le caen las comillas pasa a ser una variedad colorida y saludable llamada melancolía, y a veces, en claras tardes vislumbra o evoca recuerdos como si dibujara del natural.
Gafas de hoja caduca.
  La segunda variedad es el olvido en negrita. Mucho más perniciosa que la anterior. Todos los recuerdos que éste olvido guarda tardan mucho en expirar o ser sustituidos por otros. Se considera una epidemia porque impide a las personas tener en cuenta el verdadero norte de sus vidas; ocupados como están en acordarse continuamente de olvidos en negrita que les impelen a fijar la atención con la mirada perdida en lugares carentes de belleza o de interés, acaban por envenenarse sin remisión. Lejos de desarrollar melancolía, contraen una miopía sensual que tiene apariencia de lucidez pero no lo es.
   La única manera de prevenir el asalto de estos venenos letárgicos o de curarlos al instante era beber las aguas del río Mnemósine. Ahora ya siquiera queda esa posibilidad. Se han comercializado sus aguas. Se venden en una solución líquida. Las gotas de agua del río Mnemósine están contadas. Dan ganas de llorar. Una gota en cada ojo y por un espacio de tiempo bastante pobre recuperamos la memoria. Hay quién, por apatía o desesperación, emplea esos momentos de clarividencia jugando al ajedrez relámpago. Para mí son personas irreprochables.

sábado, 17 de marzo de 2012

Retóricas telefónicas

        

     Me ha llamado por teléfono un silogismo. A título personal. No pertenecía a ninguna empresa o compañía de seguros. Los silogismos profesionales ya los conozco muy bien y los tengo a raya, no permito que me vendan nada, muchos de ellos resultan ser silogismos aparentes y a la hora de la verdad la conclusión a la que pertenecían desaparece y le dejan a uno en vilo, le suspenden el servicio. Son poco visibles, no se prodigan por la calle. No tienen buena reputación, se los mira con muchas prevenciones, aunque suelen vestir con elegancia y sencillez. Éste silogismo dijo llamarse Animula Vagula Blandula. Me recitó un poema en latín, escrito por el emperador Adriano poco antes de morir, hermoso y breve como la vida misma. El poema dice así:
                                  
                               Si B está en la regla A
                               y B es C
                               entonces C es verosímilmente A.
                            
                               Si Vagula está en la regla Animula
                               y Vagula es Blandula
                               entonces Blandula es verosímilmente Animula.
      
   También me contó una odisea poco creible buscando a un tal Antonio o Antinoo, no lo recuerdo. Con mucho tacto le dije que andaba ocupado en unas labores delicadas que requerían toda mi atención. Le di mi dirección de correo electrónico, prometió mandarme una foto en traje de baño. Eso ya me pareció más plausible, me sentí más en disposición de poder discernir sobre la verdad de este silogismo con nombre de señora o señorita de Roma. No hay que fiarse. He hecho bien. Como ven, se trataba de una muchacha, comercial del círculo de lectores. Quiere seducirme para que adquiera una enciclopedia poética. Me regalaban el millón de poemas mejores del orbe universo. Una lástima. Es encantadora.

Silogismo en traje de baño

                                       Maria das mercedes by Djavan on Grooveshark

viernes, 16 de marzo de 2012

Considerando en frío, imparcialmente...





Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina...

Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa...

Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona...

Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza...

Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...

Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...

Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito...

le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...

Poema de César Vallejo



Abandono de hogar

    
    Apenas si he tenido tiempo esta mañana de hablar con ella. Solemos desayunar juntos en la terraza. Ella me va contando lo que sueña y si el día amanece un poco turbio me ayuda a organizar  mis sentimientos. Se ha ido voluntariamente. Harta quizá de hacer esta labor de báculo insomne, sostén de inútil. Si lo pienso detenidamente, no me importa, también condicionaba mis actos, a veces hasta extremos un poco indecentes que me causaban una pesadumbre ridícula. Recuerdo que una vez me quiso obligar a escribir un cuento, de rodillas, mirando a la pared con unas orejas de burro. Se iba a llamar Platero de bares y era la historia de un orfebre borracho como hay tantas. Una pena de historia, me negué. Desde entonces se obstinaba en refinar mi ya deteriorado afecto hacia ella, poniéndome fondos musicales de grupos de culto o sinfonías gemebundas de un compositor alemán que tiene nombre de enfermedad incurable ( Vagna creo que se llama). Simplemente se ha levantado, se ha colocado uno de esos vestidos que son un poco frescos todavía pero ya van preludiando alegremente una primavera cargada de aromas nemotécnicos y me ha dado la buena nueva. Se iba para siempre. Me ha dejado aquí todo su equipaje y no vendrá a por él. Se llama Alma. Esperen, llaman a la puerta. Vendrá empapada.
                                    My Lady Story by Anthony And The Johnsons on Grooveshark


jueves, 15 de marzo de 2012

Labor social

    Con una constancia aprendida en los libros, voy recogiendo las palabras que han caído en desuso. A veces tienen un aspecto fragante, por ejemplo, eufonía. La hallé suspendida de la rama de un árbol en una avenida grotesca salpicada de escaparates con maniquíes parlantes. Temblaba como un gorrión. Quizá algún desaprensivo director de orquesta, pagado de sí mismo, quién sabe si especialista en música electroacústica, la tiró por el balcón de su loft en un gesto de vanguardismo. Con paciencia la cogí y la introduje en una caja de madera con ruedas. A las palabras les viene bien un ir y venir gozoso, un tanto despreocupado; ya saben que cuando lleguen a casa tienen trabajo.  
                     
    Estas palabras abandonadas acusan a veces problemas de seguridad en sí mismas, les cuesta socializar un poco con sus compañeras de texto, incluso pueden llegar a las manos en peleas de párrafo de muy dudosa calaña. Para evitar estos problemas de convivencia las exilio a un diario íntimo, donde, en un ambiente más distendido, se conocen entre ellas y estrechan vínculos semánticos. Hay que ser prudente con los tiempos. Si pasan demasiados días dentro del diario íntimo pueden llegar a enamorarse gramaticalmente y luego son inseparables. En días felices organizo con ellas excursiones guiadas desde la estantería a la página en blanco. Una vez allí hacen meditación trascendental hasta caer agotadas. Momento que aprovecho para componerlas. Si consigo terminar el escrito antes de que alguna de ellas se despierte, ya no hay que tocarlas nunca más.

martes, 13 de marzo de 2012

El cultureta, palinodia.

    El hombre busca una imagen de sí mismo que pueda proyectarse en el alma de su vecino, que tenga la fuerza que sólo la seducción por la verdad otorga al que es capaz de nombrar sus categorías. No soy un señor. Soy una persona amateur que habla bien, bien pero por afición a las palabras. Vivo en mitad de grandes equívocos que son figuras de porcelana, japonerías de ese mundo irreal y fantástico que todo artista que se precie querría rescatar de algún abandonado rincón de la memoria. Me he encaramado pacientemente en el status peligroso del ratón de biblioteca en escaleras que llevaban a una nube. Soy nefelibata (un romántico nombre el de admirador de nubes o sueños). De nubes tontas y sueños imposibles; desde esta poca altura sigo subiendo para que el panorama sea cada vez un poco más generoso. Quiero desembarazarme también de algunos sortilegios o hallazgos del rastro madrileño que están próximos al fetichismo literario. Además de nefelibata, virtuoso. No contento con saber exprimir humanamente las virtudes de un saxofón, quiero acceder a un especie de  excelencia cuentística por amor al arte. Bueno. Me retracto. Es mejor aplicarse en la lectura, que es donde está la semilla que germina aquella imagen de la que el hombre no quiere desprenderse. Ahora el culturetismo está muy mal considerado, lo dandi, deudor de lo romántico, tiende a verse con irónico despego. Supongo que para muchísimas personas soy sólo un lechugino muy cultivado. Disculpen la crudeza de algunas imágenes. Me gusta oír el viento del pueblo.

Ceci n'est pas moi.
                                      06 - Doppi Significati by Stefano Di Battista Quartet on Grooveshark


lunes, 12 de marzo de 2012

Bucólica del acordeón, cuento pedagógico.

  Trabajo de sol a sol. Un autobús me trae a este pueblo a las ocho de la mañana y me devuelve sano y salvo (Alá es grande) a las siete y media a la capital. Soy andaluz: acostumbrado a la luz de la campiña que tiene un aire vecino de sierras y mares, en mitad de este erial, donde el arte es un pasatiempo para señores, me vi atrapado sin dinero y sin poder estudiar. Estoy a cargo de trescientas vacas, doscientas ochenta ovejas y catorce cerdos ( diecisiete contando a mis jefes, no se rían, en el fondo son bellas personas, sólo que no tienen cultura ni motivación alguna por alcanzarla: hacer turismo, ir de caza y comprar un tractor último modelo, se acabó). Yo, sin embargo, que hasta hace cuatro días era un chaval despistado, amante de la música, estoy aprendiendo a espuertas. 

Pajar.

    Le doy de comer a las vacas subido en un camión en marcha, con una tornadera voy desgarrando las pacas de paja hacia los lados de la plataforma mientras un compañero las tira con la pala al campo. Me bajo con el baile de san vito metido en las venas. A las ovejas las saco hora y media a comer hierba en un valle cercano y de vuelta les doy un complemento de agua y cebada en la granja. Los cerdos tienen poca tarea, de vez en cuando les hecho también unos recortes de periódico a ver si se les pega algo. No crean que me lamento, muy al contrario, el contrapunto que esta noble fatiga pone en mi persona me estimula. Además mientras trabajo me llegan melodías por la brisa, sutiles tonos del viento que me educan el oído y atenúan de una manera estimable el hedor de los animales.

   Aquí la vida y la muerte se dan la mano con una naturalidad espantosa. Le tenía cariño a una oveja viejita que murió hace unos días; en su actitud callada e inteligente era la única del rebaño que no se asustaba ni chillaba ni tenía prisa por entrar al establo o salir de  él. Un ejemplo para las demás que ha terminado devorado por los perros. Conduzco un tractor, sin carné. Vine para estudiar acordeón en el conservatorio superior de Salamanca, pero con un siete de calificación en el examen de ingreso me negaron la plaza y se abrió esta ventana del cuento. Desde hace dos meses, han ampliado plazas en el conservatorio y aquél siete ha valido por fin su peso. Por muy hermoso que sea el paisaje en Sardón de los Frailes no tengo tiempo para ponerme melancólico. Ya me gustaría. Soy andaluz.

Acordeón bucólico.
                                         dolce reflexion by álvaro y manuel rumanian on Grooveshark


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