domingo, 11 de marzo de 2012

Política de la realidad.

    La realidad. Qué palabra reveladora de todo y de nada a la vez. Cuando se nos dice no podemos evitar el esbozo de una mueca de perplejidad colindante a sonrisa de gioconda. Como si la realidad por sí misma tuviese más capacidad de convocatoria que los Rolling Stones. No es así, créanme que me desagrada. Desde que tengo uso de razón he creído ver que el mundo tenía un orden preestablecido y en cierta manera permanente, que el hombre había logrado arrebatarle a la physis ( una especie de naturaleza un poco cursi que se deja hacer) a través del estudio científico y la experiencia, con unas dosis de seducción espectaculares: los secretos del dominio del mundo. Se pasó, pues, del pragmatismo de la Realpolitik al mesianismo salvífico de la Weltpolitik. Todo esto, recordemos, en nombre de una realidad que se nos viene nombrando desde el principio de este prescindible texto que ustedes muy amablemente leen. Reparen en la ligereza con que he utilizado el concepto de physis en relación a la política exterior del siglo  pasado en un peligroso alarde de volatinero. Estos descuidos son los que caracterizan a los artistas de convertir lo posible en imposible: los políticos. Los políticos sólo piensan en la polis cuando hay disturbios en las calles. Harían bien en comprender la absoluta necesidad de un orden moral en sus acciones. Puesto que son los demiurgos de la democracia, deberían prestar oídos al daimon y sus turbulencias. Por el contrario, los fines de semana se relajan y acuden al salón de té, se suben a la esfera armilar y se distraen charlando sobre monarquías fantasma o terrorismo de estado. Mientras, Napoleón vigila el patio.


Escena real.
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2 comentarios:

  1. Ya decía Kant que el contrato social entre seres libres y racionales solamente puede apoyarse en la moralidad de los miembros de dicha sociedad, nunca al revés.
    Me ha encantado la aclaración del concepto de physis.
    Saludos

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  2. Sin duda, señor Velasco, y ha de apoyarse también en las leyes de la sociedad. En todo caso, es verdad que debe estar sostenido por la moralidad y no al revés. El modelo Roussoniano de contrato social pervertiría después, según creo, esa verdad. Muy agradecido por su visita.

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