domingo, 8 de abril de 2012

Hablan por sí solos

¿Ectoplasma o Elocuencia?
Hay silencios que hablan. Suelen hacerlo solos, frente a auditorios inexistentes. La informe multitud de palabras que anda por la calle sin saber exactamente donde meterse, empujada por un frenesí dislocado o llevada de una bien ganada ataraxia contemplativa, pocas veces repara en ellos. Por eso, hoy, al ser abordado bajo un naranjo cualquiera por un ectoplasma, mi primera reacción ha sido ofrecerle un cigarrillo. Los ectoplasmas no fuman. Con ansiedad me rogó que le condujese ante un silencio parlante pues quería medirse con él en animado diálogo. Le advertí que este tipo de silencios fuman con encono y la humareda que los envuelve impide verlos con nitidez, pero, como fuese que el día está diáfano y luce un sol providencial, hemos comenzado el paseo en la esperanza de hallar un silencio en pleno discurso. Secretamente temía yo que el encuentro no fuese pacífico, intuí desde un principio que el ectoplasma era la mismísima elocuencia disfrazada de fumarola. Al rato, tras un corto trayecto, un silencio declamaba, en el río Guadalquivir, una oda a la muda belleza de sus aguas mientras se fumaba un habano de exageradas proporciones. No pude evitar acordarme de Lezama Lima. Ese instante memorable lo aprovechó la palabra elocuencia para agredir impunemente por la espalda al empedernido silencio que no obstante supo defenderse con no menor virulencia quemándole el ojo a su rival con la punta del puro. Un corrillo de palabras y declinaciones verbales se ha amontonado olvidando de pronto sus ataraxias y frenesíes, murmurando curiosos, convocados por la morbidez violenta del asunto. Felizmente, la siempre servicial benemérita los ha separado y llevado al cuartel para hacerles un atestado por escándalo público. Temo por ellos. Por la guardia civil, quiero decir.

2 comentarios:

  1. ...un corrillo de palabras y de declinaciones verbales sueltas de sus ataraxias...
    me encantó el murmullo rumoroso de tu texto guadalquivirino, si puede esto decirse
    saludos blogueros

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  2. Gracias José Antonio. Puede decirse, claro. Ojalá nunca nos abandone ese rumor de ríos que van a dar a la mar que son las palabras. Saludos.

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