viernes, 6 de abril de 2012

liliputiense

     Tuve de niño algunos episodios de rebeldía sociopática. Momentos en que el alma no sabe qué decir ante el bochorno o la humillación y se malquista con el cuerpo durante un instante que parece eterno. Rebeldía autopática diríamos, entonces. A veces, el mal ambiente administra estas dosis de corriente alterna y el alma busca sus escapes. El caso es que una noche en que mis padres se habían instalado en un tole tole insoportable con un cruce de frases irracionales que ya uno con once años percibía con nitidez como un martirio de muy difícil solución; sentí con pasmada claridad como mi cuello se iba aproximando por la vía rápida a la cadera hasta quedar eliminado por completo el tronco: ese vital centro de mandos corporal donde están todos los que son. Comprendí que el alma, que normalmente reside en el cerebro, me mandaba un mensaje desesperado. Me levanté de la silla, conmocionado, y me dirigí al cuarto de baño donde, con ayuda de un banquito, conseguí encaramarme al lavabo y echarme un poco de agua fresca en la nuca, es decir, en el cóxis. El alivio fue momentáneo pero aún tardé unos minutos en recuperar mi estatura normal y las sensaciones que la acompañan.


En esos  minutos desalmados conseguí hilar un absurdo poema dedicado a un caramelo de miel y limón que ahora, no sé porqué, me parece cargado de sentido: 
Caramelo de miel y limón
No sé levantarme de los fracasos
La verdad es terrible cuando es verdad
Eso depende de la persona. 
La vida, ya lo ven, es un don generoso, es mejor pagarle en especie de amor y de cuidados, si no quiere uno que le desahucien el alma con discusiones infinitas.




2 comentarios:

  1. La frase del poema me recuerda a mi papá diciendo "cómo es de rico comer rico". La verdad, que anda por allá buscando a quién mostrarse, cuando se deja ver, definitivamente es terrible. De los frascos, como las cucarachas que no pueden salir y son sólo mascotas anti radición.

    Como se sufre tanto y no hay más, mejor hacer lo posible por sufrir un poquitín menos.

    Este texto tuyo fue un vistazo a la niñez así nada más. Maravilloso.

    ¡Saludos!

    F.

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  2. Saludos Mista, muchas gracias. Resulta que muy pocas veces desciendo a la arqueología de la memoria, hay que salir del sufrimiento con la mirada firme y el sentido del humor intacto. Ahí le voy leyendo. Un abrazo.

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