miércoles, 9 de mayo de 2012

Estómagos: cuento cuadrado.



Stomachion de Arquímedes
    Con tres años, en un ángulo oscuro, catorce sapos le dijeron:   "¡Volveremos cuando cumplas nueve años para comprobar geométricamente la longitud de tu inteligencia! Tienes seis, apúrate chiquillo, has de leer doce libros al año hasta el año dos mil doce". La blanca sábana del espanto acudió a su cara, doce sapos más doce más, hacen un ruido aterrador similar al de una Cartepillar de veintiún paladas por minuto. Pero no se arredró, en los límites de sus ilimitadas posibilidades, leyó y leyó durante seis años a razón de veinticuatro libros al año. Doce volúmenes más de lo que la asamblea de sapos le exigía. Seis años de reclusión, sentía vértigos en el vientre cuando se recostaba, y asomaba en su rostro la encarnadura triste de unas ojeras de telegrafista. Mas enfrentó la temida visita del tribunal con serenidad. Se retrasaron seis minutos. En esos seis minutos infinitos recordó no sin un cierto dejo de íntima complacencia cuando, con tres años, hubo de aprender a leer para cuadrar aquél desaguisado en la despensa de su imaginación. Cerró la puerta con una sonrisa abierta en los labios y se fue pensando que, de alguna manera, el mundo tiene su qué.



6 comentarios:

  1. La blanca sábana del espanto acudió a su cara... las orejas de telegrafista ...
    sin duda tienen su qué
    Felicidades.

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  2. Melancólicas componendas éstas. Me gustó la evocación del canto y la voz como vehículo del artista. Evocar cosas tiene su qué. Juan Ramón Jimenez tenía las orejas muy grandes, ¿o era Platero?

    Gracias Miguel Ángel. Es una gran suerte tener buenos amigos.

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  3. Creo que algo así le debió pasar a Leopardi solo que el cuento, en aquel su Recanati natal, no era cuadrado sino prismático y los sapos mostraban la faz de su amada que de vez en cuando asomaba por la ventana de enfrente de su casa.

    Salud
    Francesc Cornadó

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  4. Acudiré gozoso a la cita cuentística que me sugiere estimado señor Cornadó o Francesc, como prefiera. en este caso los sapos muestran la posibilidad de cuadrar un relato como el que juega al stomachion. Es preciosa esa imagen de la faz de la amada cual retrato de Archimboldo.

    Salud, maestro.

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  5. Amigo Manuel, voy a menudo a Recanati, tierra de Leopardi, he estado en la extensísima biblioteca que aún se conserva en su casa natal, volúmenes en latín, en griego, en hebreo, un sinnúmero de tratados de todas la ciencias, poesia, los clásicos, etc. Mis amigos de Recanati me dicen que todo esto lo leyó aquel magnífico poeta que tanto admiro, pero he echado cuentas y no me salen, a saber: suponiendo que leyera unas trescientas páginas al día debería haber vivido más de 134 años, contando que no podría perder un minuto contemplado a su amada que asomaba por la ventana de la casa de enfrente. Ahora pienso que, con toda probabilidad, este poeta, debajo de la sábana blanca del espanto, debía practicar la lectura prismática y azuzado por un ejercito de sapos le fue posible asimilar todo aquello.
    Perdona, amigo Manuel, este cuento caprichoso y delirante, ya sabes que los catalanes estamos cargados de puñetas algo surrealistas.

    ¡Ah! en mi blog hay algún texto sobre mis amigos de Recanati, son reflexiones sobre música.

    salud

    Francesc Cornadó Estradé

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  6. No hay nada que perdonar, maestro y amigo Francesc. Tenía una idea imprecisa y teñida de vaguedades románticas sobre Leopardi y a partir de ahora el camino de busqueda se va angostando al través de sus consejos sabios. Sin duda no hay alma que resista tantas lecturas, pero lo que leyera a buen seguro le cundió sobremanera. Otros dicen que con treinta libros bien leídos en una vida, basta. Mas leyéndolos muy bien, y ya esto es tarea de una vida. Y el secreto de una buena lectura, ha de pasar por prismas rigurosos, claro, y sensitivos.

    Gracias Françesc por sumar en este modesto rincón tu visión: por caprichosa que sea, añade unos puntos de inflexión muy valiosos.

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