sábado, 26 de mayo de 2012

Los trompetano

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     Un trompetano por regla general no suele enfadarse, su sentido del equilibrio y la justicia se lo impide. Trompetania fue fundada por Eustaquio, un señor máscara que expulsaron de Mascarandia porque un buen día le sacó a su trompeta, de puro milagro, una melodía. Decidió fundar una ciudad con ella, tuvieron trompetitos y cornetinas, unas criaturas deliciosas. Que tengan un carácter apacible y melodioso ha sido la clave, para que hoy en día, Trompetania sea una ciudad avanzada donde no hay un ruido más alto que otro. Con el tiempo fueron olvidando su pasado y cambiaron la trompeta por el piolín, un pajarito amaestrado que es capaz de imitar todos los sonidos de la naturaleza, y aún de sustituir a su amo en las elocuciones necesarias para la vida. Sin duda sería una ciudad modelo para futuras ciudades, si no fuese porque entre el silencio y el empleo de piolines a discreción, los Trompetano se han olvidado de escucharse entre ellos y lo que les entra por un oído les sale por el otro.




2 comentarios:

  1. Los habitantes de Trompetania corrían el riesgo de mutar como les había ocurrido a los habitantes de la República del Doble Ademán, éstos empezaron a experimentar mutaciones importantes, sobre sus cuellos creció una doble cabeza, una miraba a oriente y otra a occidente, pecisamente por occidente habían aparecido unas auroras boreales pastosamente verdes que emitían radiaciones que atrabesaban la piel de los habitantes de la República del Doble Ademán.
    El caso es que con dos cabezas por habitante cambiaron las costumbres sociales, la comunicación, las formas de diálogo y el conocimiento. Éste no se multiplicó por dos como cabía esperar sino que se hizo más retórico. El pensamiento ganó en énfasis, en altisonancia, se hizo grandilocuente y campanudo pero perdió agudeza y rigor.

    Las cabezas dialogaban entre sí, sin preocuparse por entender. Unos ciudadanos hablaban con otros y solo atendían a la sonoridad de las palabras, contaban las sílabas como si de una reflexión sobre la métrica se tratara y concluían las frases con algún efecto sonoro carente de sentido.

    La neblina boreal verde persistía y las extremidades se atrofiaban. Los ciudadanos iban ganando en prosodia, se convertían en expertos de la acentuación, la entonación y el cálculo de las moras.

    A los ciudadanos de la república del Doble Ademán, la verdad no les importaba lo más mínimo, jamás buscaban el contenido de una conversación o de un discurso, sólo les preocupaba el signo sonoro.

    La danza de seducción entre los sexos se convirtió en una coreografía etérea de sílabas y acentos, a un intercambio de versos sin versificación y sin contenido.

    El alto nivel de retórica llegó a petrificar la metáfora, ya que no importaba el significado.

    El mundo sonoro de la república del Doble Ademán, sin trascendencia ni acepción, también se petrificó. La aurora boreal pastosa y verde absorbía las palabras, la neblina se hacía cada vez más espesa y su color verde parecía el de la piel de un sapo.

    El aire se hacía cada vez más pesado y viscoso, pasó de una pastosidad parecida a la de un dentífrico a la de una arcilla de alfarero.

    También desapareció el límite entre el día y la noche, tal era la opacidad del aire viscoso.

    A medida que los efectos guturales proferidos por la población se multiplicaban, se multiplicaba el número de vértebras cervicales de los habitantes, algunos de ellos llegaron a tener trescientas mil de ellas, todas de pequeño tamaño, microscópico.

    El cuerpo de los ciudadanos iba disminuyendo de volumen, llegó a ser del tamaño de un bacilo, eso sí, con trescientas mil vértebras pequeñas como una neurona.

    El aire se iba solidificado hasta adquirir la consistencia de una piedra pómez, no se trataba, sin embargo, de una roca volcánica como las puzolanas o liparitas sino de una especie de un material pétreo cavernoso y verde que en su interior tenía millones de túneles donde habitaban los ciudadanos de la república del Doble Ademán.

    Salud
    Francesc Cornadó

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    1. Francesc, qué risa más buena, le acabas de pegar un repaso a este tímido intento mío de homenajear a Cortázar y sus cronopios y famas, sencillamente estupendo. No sé como voy a hacer, creo que voy a surtirme de esta inagotable fuente para inspirarme en el desarrollo microfabuloso de las historias, y por supuesto, la siguiente llevará tu factura. Surgirá una nación, Ademania, que intentará conquistar Mascarandia para convertirla al doblez, la religión del Gran Sapo Verduzco.

      Te mando un abrazo con afecto, y ojalá que ésta amistad no se petrifique nunca.
      Manuel

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