domingo, 22 de julio de 2012

DE MIL AMORES

Lo digo con respeto, he tenido novias muy raras. Sin ir más lejos, una que cazaba estrellas y las metía en un vaso de agua: ahorrábamos un pico en luz, pero acababan saliéndole ojos y era harto tenebroso el parpadeo aquel, así que hubo que llevarlas al cementerio nuclear, donde las reciclaban para uso científico. Se llamaba Sofía y le sobraba un dedo en el pie izquierdo. Avanzando un poco más conocí a María, María del Pilar, cuyo moño llegaba hasta la luna y estaba poblado por enanos nudistas y mariquitas de cartón piedra. Padecía depresión galopante; con un sólo relincho despertaba al vecindario, cada vez que tenía un orgasmo cambiábamos de residencia. Yendo acaso más lejos todavía, conocí a una mujer que se fumaba las hojas del periódico, excepto la sección de deportes, que utilizaba para envolver el pescado fresco, su nombre era Gracia: se quedó dormida en un concierto de Debussy, y allí la dejé. Luego, a una distancia sideral, llegué a Paqui, se le erizaban las pestañas si la llamaba Francisca, y me daba unas collejas de campeonato por dejarme las toallas mojadas por las sillas sin ponerlas a secar. Era tan gorda que los gatos hacían guateques en sus tetas; repito, que nadie se llame a engaño, a todas las quise igual, les daba besos de taladro y les colgaba cuadros de Picasso en la lengua. Siempre se dejan hacer esas caricias surrealistas si le quieren a uno. De la señorita que me acompaña ahora, no digo nada, no tengo por costumbre contar mi vida privada. Sólo, que tiene la insólita habilidad de coger salmones con los pies.



                                           No cambies por nada (con Kiko Veneno) by Hilario Camacho on Grooveshark



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