martes, 21 de agosto de 2012

El sello de lo inconfundible.

Patriarca de Ikea
El señor cuya barba desafiaba las leyes del estado gozaba de una potencia sexual desmedida. A causa de su altísimo valor simbólico, basado en la supersticiosa creencia de que su prominente vello facial acumulaba la sabiduría de todas las generaciones que lo precedieron, sus apariciones públicas acarreaban gravísimos disturbios en las calles. Fue el inventor de la persiana. Una mañana, en su habitual saludo al sol desde la ventana, desnudo, desplegó pudorosamente la velluda protuberancia sobre su cuerpo al paso de unas novicias que iban al rezo de maitines. El suceso provocó una auténtica revolución silenciosa. A partir de entonces, las gentes gozaron de una vida privada más intensa y libre. Por ello, el señor de la barba interminable, es considerado hoy en día, el paladín de las libertades civiles y de las repúblicas independientes de su casa.



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