domingo, 4 de noviembre de 2012

Apunte para un viejo amigo / una carta de Rinosuke Akutagawa

Probablemente nadie que intente el suicidio, como Reigner muestra en uno de sus cuentos, tiene clara conciencia de todos sus motivos. Los cuales generalmente son muy complejos. Por lo menos en mi caso está impulsado por una vaga sensación de ansiedad, una vaga sensación sobre mi propio futuro.
   Aproximadamente en los últimos dos años, he pensado sólo en la muerte, y con especial interés he leído un relato que trata sobre este proceso. Mientras el autor se refiere a esto en términos abstractos, yo seré lo más concreto que pueda, incluso hasta el punto de sonar inhumano. En este punto yo estoy moralmente obligado a ser honesto. En cuanto al vago sentido de ansiedad respecto de mi futuro, creo que lo he analizado por completo en mi relato, "La vida de un loco", excepto por el factor social, llamémoslo la sombra del feudalismo, proyectada sobre mi vida. Esto lo omití a propósito, al no tener la certeza de poder clarificar realmente el contexto social en el cual viví.
   Una vez tomada la decisión de suicidarme (yo no lo veo en la forma que lo ven los occidentales, es decir, como un pecado) me resolví por la forma menos dolorosa de llevarlo a cabo. Excluí, por razones prácticas y estéticas, la posibilidad de ahorcarme, dispararme un tiro, saltar al vacío u otras formas de suicidio. El uso de drogas me pareció el camino más satisfactorio. Y por el lugar, tendría que ser mi propia casa, cualquiera sean los inconvenientes para mi familia. Como una suerte de trampolín, al igual que Kleist y Racine, pensé en la compañía de una amante o un amigo, pero habiendo elevado la autoconfianza, decidí seguir adelante solo. Y la última cosa a considerar, fue asegurarme de una perfecta ejecución, sin el conocimiento de mi familia. Después de unos meses de preparación me convencí de la posibilidad de realizarlo.
   Nosotros los humanos, siendo animales humanos, tenemos un miedo animal a la muerte, la así llamada vitalidad no es otra cosa que fuerza animal. Yo mismo soy uno de esos animales humanos. Mi sistema parece gradualmente haberse liberado de esa fuerza animal, teniendo en cuenta el poco interés que me queda por el alimento y las mujeres.
   El mundo en el que estoy ahora es uno de enfermedades nerviosas, lúcido y frío. La muerte voluntaria debe darnos paz, si no felicidad. Ahora que estoy listo, encuentro la naturaleza más hermosa que nunca, paradójico como suene. Yo he visto, amado, entendido más que otros, en esto tengo cierto grado de satisfacción, a pesar de todo el dolor que hasta aquí he soportado.
   P.S: Leyendo la vida de Empédocles, me di cuenta de cuán antiguo es el deseo de uno de convertirse en Dios. Esta carta, en cuanto a mi concierne, no intenta esto. Por el contrario, yo me considero uno de los hombres más comunes. Recuerda aquellos días, veinte años atrás, cuando discutimos sobre "Empédocles sobre el Etna" bajo unos tilos. En esos tiempos yo era uno de los que deseaba convertirse en Dios.
                                              Notation III: Trés modéré by Pierre Boulez on Grooveshark

6 comentarios:

  1. Confio en que lo dicho sea por Rinosuke Akutagawa y no por ti.
    Deseos como el de Empédocles hoy quedan pocos.
    Salud, Manuel y confío en tu deseo de humanidad.

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  2. Amigo Miguel Ángel, lo dijo Rinosuke en persona y creo que por fortuna, al final desistió. Confía, es mejor no pretender tanto, pero aspirando a esa utopía de humanidad. A un renacimiento.
    Salud y un abrazo.

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  3. Que profundidad tiene lo que nos pones Manuel, en la mayoría de las cosas se encuentra uno identificado en algo. Creo que para los orientales lo mismo que para las civilizaciones romana y griega, el suicidio era una cosa natural. En un principio pensé lo mismo que Velasco León (es normal), me cuesta trabajo discernir cuando eres tú y cuando otro intelectual, pero me tranquiliza tu respuesta.
    Salud.

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    1. Sí, Paco, era algo asumido con una honestidad que nos parece ahora de locos, me pareció de una hermosura excepcional esta carta de Akutagawa a un amigo. Siempre pongo el nombre del autor de aquello que no ha escrito uno. Muchas gracias por pasarte y comentar, Paco, un abrazo.
      Salud

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  4. Solo en tu respuesta al comentario de Paco Muñoz he caído en que el bellísimo texto no es tuyo, Manolo. Pero te advierto también que ante esa sencillez profunda que emana la reflexión sobre el suicidio y la muerte en sí, mientras leía, incluso antes y después pero sin esa categoría de palabras e ideas cuasi perfectas, uno se siente cómplice.

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    1. Hola, amigo Prudencio, también siento esa afinidad con esta sencillez japonesa, que de un trazo suave elimina la posibilidad del sentimentalismo barato y la componenda engorrosa de la moral de prêt a porter.

      Un abrazo.

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