miércoles, 7 de noviembre de 2012

Qué sería de uno sin Unamuno.


Francisco de Assís Cambó y Batlle
Me lo dijo Cambó que la envidia nació en Cataluña. Y yo me preguntaba para mi capote; por qué no en España, pueblo democrático y demagógico como el griego. Me lo dijo Madariaga que el inglés es hipócrita, el francés avaricioso y el español ¿qué es sino la envidia? la inquisitiva soberbia felipista y segunda, enemiga de los neutros, de los hombres de sus casas, contra los políticos. Quevedo y Fray Luis de León lo sabían muy bien. En la oda catorce, Al apartamiento, el sentimiento trágico de la vida alcanza una cumbre de exquisita suavidad formal, artificio de luz que no gustaba a los dueños de las mazmorras dolosas, acostumbrados a una lumbre maloliente e infecta:

Miguel de Unamuno y Jugo
                                   ¡Oh ya seguro puerto
                                   de mi tan luengo error
                                   para reparo cierto
                                   del grave mal pasado!
                                   ¡reposo dulce, alegre, reposado!

                                   techo pajizo, adonde
                                   jamás hizo morada el enemigo
                                   cuidado, ni se asconde
                                   invidia en rostro amigo,
                                   ni voz perjura, ni mortal testigo;
                                            poema completo

El fermento de la vida social, libre de las mentiras de la fortuna, se ve así en Francisco de Quevedo: la envidia va tan flaca porque muerde y no come. 

                                   Si las mentiras de fortuna, Licas,
                                   te desnudas, veraste reducido
                                   a sola tu verdad, que en alto olvido,
                                   ni sigues, ni conoces, ni platicas.

                                   Esas larvas espléndidas y ricas,
                                   que abultan tus gusanos con vestido
                                   en el veneno tirio recocido,
                                   presto vendrán a tu soberbia chicas.

                                   ¿Qué tienes si te tienen tus cuidados?
                                   ¿Qué puedes, si no puedes conocerte?
                                   ¿Qué mandas, si obedeces tus pecados?

                                   Furias del oro habrán de poseerte,
                                   padecerás tesoros mal juntados,
                                   desmentirá tu presunción la muerte.

Me lo dijo Cambó en la plaza mayor de Salamanca. Luego vino Abel Sánchez.



8 comentarios:

  1. Manuel amigo, Unamuno quedó aplastado por su rigor y su ética granítica. España no es un país ni democrático, ni demagógico, y no llega a la altura de la suela de la sandalia de Grecia. España es una entelequia, como lo son todos los estados. Todos los estados son entelequias feas, son la antítesis de la belleza. Los estados y los patriotas se empeñan en poner fronteras y decir que los que están al otro lado son enemigos. Mira, Manuel, yo digo como Pla: el mundo es una bola, donde tengo marcados unos puntitos que indican allí donde viven mis amigos, aquellos que me quieren y que yo sé que con ellos tendré siempre un plato en la mesa, esten en la Conchinchina, en Calatayud, en Venecia o en Virginia. La envidia nació en Cataluña, en España y en Villarratones, porque nació en el corazón del hombre. Del hombre malo.

    Ah! Quevedo gana por goleada.
    Salud
    Francesc Cornadó

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    1. Gracias por este comentario, Francesc, mi buen amigo, enérgico y contundente. Estoy convencido de que Pla tiene razón, la amistad consigue por abrumadora mayoría, lo que la política separa por intereses espúreos. Y tanta razón, las fronteras son una desgracia, un pretexto más para hacer negocio por encima de todo. Este tema de la envidia está en relación sobre todo con una lectura de Abel Sánchez, la novela de Unamuno, fabulé con una anécdota que viene en el prólogo. Unamuno quedó aplastado también por la soberbia, pues a pesar de su ética envarada, le guiaba una honestidad que nadie entendió, excepto sus amigos, en efecto.
      Salud

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  2. Ah, Manuel, y que se vayan a la mierda todos estos que dicen que si España es esto o aquello, que si Catalunya es esto o lo otro, que si Viareggio es mejor o peor, que si Roma es lo uno o lo otro, que sí París, que si Murcia... todo esto son patrañas, engaños, memeces esotéricas. No Manuel, no, el hombre es el que es y mis amigos que me quieren, y que yo quiero, están en todas partes, son de cualquier color, jamás me ha importado su posición social, económica, ni lo que hacen de cintura para abajo. Las fronteas y las naciones son una desgracia.
    Salud
    Francesc Cornadó

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    1. De esa legión de opinadores profesionales no quedará nada.
      Salud

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  3. Triste pero cierto, concuerdo con Cioran cuando decía que lo que realmente buscaba Diógenes con su farol prendido en pleno día era UN INDIFERENTE. Me parecen terribles todas las divisiones artificiales paupérrimas que nos buscamos los humanos.... humano, demasiado humano

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    1. Un atraso, Carlos, son esas divisiones, y las falsas visiones que las acompañan. Magnífica la cita de ese Diógenes que busca un indiferente, Cioran trastoca el tópico clásico, lo subvierte y aporta unos contrastes interesantes. Fronteras, divisiones...son fruto del pasado, están condenadas a desaparecer.
      Salud

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  4. en cualquier tierra me esperan mis gusanos (.)

    abrazo Manuel.
    (un querido amigo le llamaba don Unamuniando a don Miguel)

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  5. Ub abrazo, Antero, y tanto, mi patria en mis zapatos.

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