martes, 18 de diciembre de 2012

BESTIARIO ENDÉMICO: el cabritonto

     Esta criatura prodigiosa es capaz de hablar todos los idiomas, falsear los renglones mejor escritos, moldear axiomas a su gusto, parafrasear a los más insignes próceres que la humanidad ha tenido, recordar los refranes en el momento menos adecuado, o sea, que en suma, es un ser insoportable que a los doce años de edad es expulsado del hogar porque ya no hay quien lo aguante: al menor síntoma de que ha aprendido las endechas del romancero medieval de memoria y va a comenzar a expelerlas, intercalando unos solemnes berridos de cabrito, se le manda a la plaza central de la capital de Tulandia, a recitar para los primos comunes su inacabable y erudita retahíla del acerbo cultural de Eurora, el viejo continente que se ha quedado sin contenido. Los primos comunes, como buenos grafómanos que son, toman cumplida nota de todo lo que dice, y luego, con mayor o menor fortuna, se aventuran en el complejo mundo de la literadura; sí, la literadura, han leído bien, una disciplina ardua y difícil, que consiste en escribir sobre una litera de piedra de treinta y dos plantas, completamente aislados del mundo exterior en su torre de marfil. Una vez que el cabritonto ha ejercido su docencia en las universidades de la Mancomunidad del Priorato de Uvas Calientes, pierde completamente la memoria y puede regresar tranquilamente al hogar familiar o emigrar a los bosques, donde acaba convirtiéndose en un experto cazador furtivo de leyendas.



     Suele regresar de su periplo por los bosques de Eurora, convertido en un gran personaje con aureola de magnánimo sabio, al que todo el mundo llama de Don, sobre todo los camareros de las tabernas más prestigiosas, que ven en él un lejano pariente que tuvo la valentía de arriesgarse, y conseguir fama y prestigio, en vez de quedarse detrás de una barra, escuchando la aburrida sarta de noticias que las ciudades pequeñas de Tulandia ponen en boca de sus congéneres, historias sobre antiguos papas sodomizados por el demonio, y otras zarandajas que hacen olvidar, con el concurso del divino vino, la sangrante actualidad del continente de Eurora, que como saben, lleva camino de ser conectada a perpetuidad, a la diálisis del ser, y anestesiada por un siglo más, mientras en los paraninfos de la política se invocan todas esas grandes palabras vacías: la libertad, la solidaridando, la fraternura, y los derechos torcidos del hombre. El cabritonto, que no es ajeno a estas mentiras de tamaño imperial, milita en partidos nuevos, de corte humanista, donde sus dotes de oratoria legendaria, dan muy bien el pego, pero, debido a la crisis, la única oratoria que entienden las gentes, a estas alturas, es la de los hechos consumistas, o consumidos, o consumados, que de estas tres maneras puede decirse. Al final de sus días, se le llama también cabribobo, ya que alcanza edades milenarias; algunos ejemplares han llegado a vivir incluso dos mil años, dándose la extraña circunstancia de que, al volver al seno familiar, han encontrado otra familia distinta viviendo, ya con los usos de la época pop, o incluso popmoderna, y tal ha sido el susto, que han arrancado a llorar desconsoladamente produciendo dañinas inundaciones en el salón.


4 comentarios:

  1. Si hay algo que me resulte más adecuado a las figuras míticas medievales o las vistas una vez descubierta la América, es el cabritonto. Seguramente por eso parece todos los días que todas las veces lo veo.

    ¡Un abrazo!

    F:

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  2. En las Américas, Felipe, estáis en el continente de los contenidos, aprovechad bien; el declive de Eurora es inminente, quizá la profecía maya consista en eso, en el final de un mundo que ya no puede seguir viviendo indefinidamente de las mismas ideas de siempre.

    Un abrazo, mi buen amigo.
    Manolo

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  3. ¿Cómo puedes tener tanta imaginación Manuel? Me dejas siempre asombrado.
    Salud y República.

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    Respuestas
    1. Lo mismo me pasa a mí, Paco, que mi capacidad de asombro no desfallece. Muchas gracias, amigo, que lejos veo esa república y que cerca quisiera tenerla, pero puedo imaginarla con claridad.
      Un abrazo

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