miércoles, 19 de diciembre de 2012

Pudo ser un soneto pero no me cabía en tan poco margen


                            Te llaman resignación
                            por no decir cobardía
                            te llaman serenidad
                            por no decir aguante
                            te llaman temple
                            por no decir pasividad.

                            Porque queda mejor,
                            te llaman sentido común
                            por no decir acción
                            y luego, cuando ya hemos aprendido
                            a llamar a las cosas por su nombre
                            y no mover un dedo en nombre de su fe:
                            nos llaman cobardes por no haber trabajado,
                            nos llaman pasivos por no haber roto nada,
                            nos llaman serenos, por mantener de pie,
                            la postura ideal del sentido común.

                            Pero ya no hay más fuerza que la nuestra
                            derribando las leyes podridas de esta casa,
                            porque ya no hay más alma que estos cuerpos
                            que a contrapelo alzan la verdad con sus brazos,
                            la verdad de sus vidas, las nuestras, que son fe
                            redimida de sus normas de muerte, de su mundo acabado,
                            al que sólo le falta un empujón suave
                            dado por todos, por los que no creemos
                            en esta pantomima de vivir para otros.

                            Para nosotros solo,
                            a favor de este mundo
                            que se parte en pedazos
                            de este mundo real
                            que no vive de sueños
                            de grandeza, fortuna o ambición
                            sino en firme deseo, en la leve mirada
                            de la anónima gente que somos,
                            desheredada, con la sonrisa triste
                            del que aún tiene horizonte
                            frente a un orbe en ruinas
                            que Dios abandonó.

                            No tengo ya más fe que la cabe
                            en el húmedo seno de tu boca...


4 comentarios:

  1. No me sorprende que no te quepa en tan poco margen, cada vez es menor el que nos quieren dejar. Dan ganas de subirse a un poste, como este Simón del desierto con cuidado look, y no bajar mientras esta basura nos acecha o de refugiarse en boca ajena, como concluyes.
    (Una cosa, Manuel, ¿es mi ignorancia poética quien hace que me sorprenda la construcción sintáctica de los versos finales?)
    Salud

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No me es en modo alguno ajena esa boca, Miguel Ángel, es una boca amante, una boca fiel, la de mi amor, que extiendo a todos los que por mí os habéis interesado desde que abrí esta ventana. Y a tí, particularmente, mi querido amigo, te digo que por poco margen que nos dejen, no cejaremos en el empeño de luchar por la verdad. ¿Ignorancia poética? ¿te refieres a los dos versos finales?...son un soneto frustrado, que ha resultado un poema distinto cuyo final sería el principio de otro. Me gusta Borges, tu ya lo sabes, un abrazo, y un agradecimiento especial por leerme con esta dedicación que tienes, y que seguramente no merezco.
      Salud

      Eliminar
  2. Manuel, este soneto desmarginado de todos modos cupo muy bien en esa boca. Es realmente muy esperanzador aunque triste, pero siempre más de esperanza, como toda la labor que con minucia y cariño se teje desde estos puntos, puntos discretos si bien ya arnés de muchas cosas necesarias. Las has dicho ya, alzar una verdad nuestra contra multitud de mundos acabados.

    Ha sido un tiempo que me ausento, pero siempre que puedo paso a plus-ultra a ver tus textos. Y te agradezco enormemente que hayas tú visitado también horologium. Quizá como en aquel texto en que me has comentado, desde lenguas de tierra extraviadas apuntamos con nuestras linternas hacia lo que parece una niebla. Si algo me ha gustado en la posibilidad de estas redes, es que las luces siempre contestan. Te lo agradezco.
    Un abrazo. Rodolfo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay otra vida esperando y está en esta, Europa está en declive, Rodolfo, de ahí esta tristeza esperanzada, que necesita de armas poéticas y de otras menos halagüeñas para tumbar la miseria en que vivimos. Tenemos también esta sublime maravilla de la cultura, ese alumbramiento de linternas en la lejanía que nos acerca al mundo entre nosotros. Siempre que te acercas a este rincón, traes tu luz fresca, el agradecimiento es mutuo, mi querido amigo. Contra esos mundos acabados para los que no llega nunca un fin, estos mundos que nacen siempre.
      Un abrazo. Manuel.

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...