jueves, 28 de febrero de 2013

EL APUNTADOR


Era la primera vez que visitaba el pueblo de mi novia. Me extrañó comprobar nada más entrar que la única calle que había a la vista era curva, me dijo mi novia que podría perderme si no preguntaba. Los lugareños de este pueblo tienen fama de ser muy simpáticos y en exceso serviciales, así que me acerqué a un señor con sombrero y la nariz roja y le pregunté:
       - Buen día caballero, ¿sabe usted como puedo llegar a la calle Crisantemo?
      -¡Cómo no! ha de seguir usted esta calle que tiene enfrente y en el primer cruce a la derecha comienza la calle Crisantemo.
Le di las gracias y me introduje tan campante en la calle que me había indicado este amable señor, pensando que la fama de sus habitantes es justa, me alegra comprobar que el género humano colabora. Al llegar al cruce entré a la derecha y miré el nombre de la calle para constatar que no me había equivocado, pero la calle se llamaba Gladiolo.

Inquieto, pensé que igual había entendido mal al señor del sombrero, que, de pronto, pasaba por allí.
        -¡Oiga!- le dije- ¿se acuerda de mí?, le he preguntado hace un momento por la dirección de la calle Crisantemo...
        - Pues la verdad es que no le recuerdo, discúlpeme, quizá haya sido mi hermano Ruperto, somos gemelos. Dígame, ¿a qué calle va?.
Respiré aliviado y le dije a dónde iba, entonces alzó el brazo como su hermano, y, mostrando las paletas de los dientes con una sonrisa de oreja a oreja me dijo:
        - Tome usted toda esta calle Gladiolo, entera, y cuando llegue al final, grite -¡Crisantemo!, con todas sus fuerzas.
La dirección estaba clarísima, aunque lo de gritar el nombre de la calle al llegar me dejó pensativo. ¿Qué pasaba en ese pueblo? ¿Había quizá una extraña consigna entre sus habitantes para que todo forastero que llegara no se perdiese nunca?, quién sabe si acaso no era una manera de hacer participar a todo el pueblo en ese espíritu de concordia y solidaridad con los visitantes, que sustentaba el buen nombre de todos ellos. Iba haciendo cábalas con estas cosas y la calle aún no terminaba, miré el final pero no se le veía; así que grité igualmente lo más fuerte que pude, como en aquellos tiempos que cantaba opera en la ducha::
         - ¡Crisantemooooooooooooooo!
Al instante salió Margarita, mi novia, con una sonrisa gigante en los labios y me dijo:
         - Pero qué te pasa, alma de cántaro, ¿por qué gritas así?
         - Dos señores me han indicado el camino pero esta calle no debería de ser la calle Crisantemo, sino la calle Gladiolo, eso decía el apuntador, que al final de la calle Gladiolo, gritando el nombre de la tuya te encontraría.
         - ¿Y no ha sido así?, me dijo Margarita, con un gesto de pícara sabiduría.
         - Pues sí, pero aún no había llegado al final de la calle, lo he gritado por desesperación.
Margarita me explicó que su pueblo sólo tiene una calle, la calle Gladiolo, que se prolonga en espiral hasta el centro de la villa, donde está, como todo el mundo sabe, la iglesia y el ayuntamiento. Estos dos vecinos del pueblo eran una pareja de payasos gemelos, Ruperto y Bombín, que habían sido contratados por el consistorio, para dar esa imagen despreocupada y acogedora del pueblo. En ese momento pasó uno de ellos haciéndose el distraído y le dije:
         - ¿Es usted Ruperto o Bombín?
         - Depende - me respondió-.
Le dí un guantazo en la boca y se le cayeron las paletas, huyó llorando y llamando a su hermano. A veces la fama de los lugares es un timo.

Dibujo de Carl Kylberg

miércoles, 27 de febrero de 2013

LA CONFERENCIA

No suelo ir a conferencia ninguna, aunque el año pasado estuve en una charla coloquio que dio un velociraptor sobre el Precámbrico; estuvo muy entretenida, si bien el señor velociraptor tenía la garganta perjudicada por el tabaco y hablaba como un galán del teatro.
     Esa mañana de sábado apetecía tirarse a la calle con los pantalones un poco bajados y dar un paseo por la avenida pija, mirar los escaparates, esos hologramas tan sugerentes... La conferencia estaba anunciada, discretamente, en la puerta del Centro de Reflexión Artística Contemporánea; le llamamos CRAC para abreviar, y también porque es un edificio formado por volúmenes complejos que parecen a punto de partirse como un cristal.
      Se proponían hablar allí de: "La modernidad acrítica del lenguaje". Me pareció un interesante título para una conferencia y decidí entrar . El ambiente era muy animado, la sala recreaba un guiñol cuyas marionetas, de pie en su butaca, ejecutaban gráciles pantomimas salutatorias, antes de sentarse en los asientos y descansar las enormes cabezas de títere de cachiporra en ellos. Así que, como un títere más, me acomodé. Al rato, tras un silencio que se solapaba con unos golpecitos en el micrófono, las primeras palabras, a cargo del moderador del debate, que dijo así:
           - Buenos días, tenemos hoy con nosotros en los Sábados del CRAC, a Tomás Virgo, Luisa de Vitoria y Paco Pretorio; de izquierda a derecha, respectivamente, pintor, poeta y filósofo. No tengo nada más que decir, los dejo con ellos, he de ir al excusado.
       Esta confesión de última hora quedó en el aire flotando, algunas personas entre el público ensayaron tímidas risas. Pero todo el mundo pensó que era un apretón y la señorita poeta comenzó la conferencia agradeciendo al presentador su brevedad y todo a partir de ese momento transcurrió como la seda.
      Luego, comentándolo con los amigos, recordé esa atmósfera recurrente que tenía el acto, como si, de alguna extraña manera, los conferenciantes y el público, movidos por hilos invisibles, ejecutaran los tres actos de una comedia ya sabida. Al moderador del debate lo han sustituido por un maniquí de cartón piedra que hace las mismas funciones, excepto una, claro.

Dibujos de Carlos Maiques, Blog Aquí

martes, 26 de febrero de 2013

USTED ESTÁ AQUÍ


USTED ESTÁ AQUÍ

ESDRÚ JULAY Y EL ESPÍRITU DE LA PRIMAVERA

Se paseaba Esdrú Julay una tarde por un jardín con brotes psicóticos de color pardo, como la ropa para ir de caza, y le salió al paso, seguramente caída de una higuera con denominación de origen, una breva madura, reventona casi por efecto de los cambios bruscos de temperatura, que le dijo: -Hola, soy el espíritu de la primavera, ¿sabes lo que es el sentimiento de culpa?-. El buho poeta, que nunca responde preguntas antes de las seis, le contestó a la breva gigante que adiós, que él sólo pasaba por allí porque le gusta hacerse paragüas con las hojas de plátano, que no creía en la primavera ni en la recuperación de la economía y eso.

lunes, 25 de febrero de 2013

NI SIQUIERA EL AMOR

     No podemos saldar en un instante
       la renta del dolor.
                                     Javier Egea                                    


                                         De golpe
                                         el temblor del cristal
                                         y un aire de tragedia en las ventanas.

                                         De golpe sobre el viento
                                         las golondrinas anticipan
                                         el futuro combate entre las nubes,
                                         el resguardo posible en los aleros.

                                         De golpe
                                         la lluvia encendida
                                         quema de transparencia
                                         fría y brillante su cadencia de llanto.

                                         De golpe se abren los paragüas,
                                         el amor enseña los colmillos
                                         en el rostro sombrío de las niñas;
                                         todo pasa a lo lejos
                                         mientras tú,
                                         sucedes a los días y las noches.


GASTRONOMÍA RAZONABLE

Me levanto todos los días de noche, a las dos de la madrugada. Vierto en la taza un poco de Vía Láctea y una cucharada de Materia Oscura: mi batido galáctico de chocolate. Luego abro la ventana de par en par haga el tiempo que haga, y cuento la misma estrella un millón de veces; este ejercicio me procura una especie de paz y un tremendo cansancio, así que pongo en el horno un satélite y al rato se convierte en un pastel de gelatina rosada con un anillo de asteroides como guarnición. Lo dejo enfriar a la luz de la luna y me lo como.
     Es el momento, un par de horas antes que amanezca, de razonar sobre las esferas celestes. Parto una cebolla en aros. He llegado al convencimiento propio, mucho después de haberlo leído en los libros, claro está, que el cosmos tiene muchas capas, algunas de ellas incompatibles con el estómago, que el centro de la cebolla hubo de ser, muchos miles de años atrás, el centro del universo. Esta disciplina me provoca un letargo que suele coincidir con la aparición en el horizonte de un enorme pan redondo de pueblo que llaman, un tanto pomposamente, Sol. Tremendamente agotado, saco de la despensa un sobre de sopa de lucero del alba, la preparo, la sorbo de la cuchara con los párpados entrecerrados, y me voy a la cama a dormir. No soporto la luz natural, no se ve nada.
Collage de Larry Carlson
 Astronomia razonable by El Último De La Fila on Grooveshark

viernes, 22 de febrero de 2013

SIN INTENCIÓN ALGUNA LOS VENCEJOS

                                                  A veces entra por la ventana
                                                  una luz mordida
                                                  tras la que no apareces,
                                                  me acabo en la mirada
                                                  y sólo existo en tí si tu te acuerdas.

                                                  A veces se cuela en la memoria
                                                  una humedad de pájaros esquivos,
                                                  ojos tan leves que refrescan
                                                  esta mirada cierta
                                                  demasiado evidente
                                                  y me recuerdan,
                                                  tu condición que huye
                                                  de este lugar común en que te escribo.

                                                  Mas yo quisiera verte, escondido,
                                                  ser tú sin mí:
                                                  verte brindar al sol, tirar tu copa,
                                                  que mi alma fuese sólo un cristal roto.

                                                  Entonces,
                                                  quizá entre por tu ventana
                                                  este poema y te preste
                                                  sus alas de vencejo perdido,
                                                  su luz mordida por la ausencia,
                                                  su condición de pájaro vencido.

jueves, 21 de febrero de 2013

PIRATAS DE BIBLIOTECA

      No cuadraba. Anegada de agua la cubierta resbalaban las patas de palo, los garfios no agarraban lo suficiente, cundió el nerviosismo, una cháchara de juramentos y maldiciones recorrió las gargantas y elevaba a la tormenta infamias contra todo lo humano y lo divino. No era ese día el abordaje; pero este atajo de cerdos querían todo el botín, uno de ellos, enérgico, coreaba una sarta de gritos codiciosos, despertando en los otros, sobre el miedo que llevaban, las ansias de apoderarse de aquellos diamantes, doblones, escrituras y contratos de compra de tierras a las que nunca irían. Ya aparece en la niebla la proa de la rica nave, los corsarios la enganchan con anclas pequeñas, en la excitación no reparan en la extraña tranquilidad que parece reinar sobre el barco atacado. No hay nadie defendiendo la nave. Una lechuza aguarda, sobre el palo de mesana, serenamente un desenlace que parece conocer de antemano. Salta la canalla y queda atónita ante el silencio y la ausencia de peligro, entran despacio a las bodegas, hallan una biblioteca inmensa: comienzan a leer las aventuras de otros piratas y olvidan que lo son. Su barco puede verse a la deriva, en días despejados, peinando al sol sus últimos jirones de velas, a la altura del Cabo de Buena Esperanza.

Parafernalia 2.0

Collage de Denis Dubois

suspensa vanidad oro y luz
babel, identidad, peso
el futuro y la sorpresa
anticipan el gris plomo
donde la furia de amapolas

lenta regresión de la nube
algodones del tiempo
la novela exhausta
de la vida

¿liberarse al campo?
no
la madreselva digital
la yedra materna, esférica
habita en la fibra óptica
entre sauces neuronas
en el núcleo frágil del mundo

donde la rabia de mariposas
ya muertos todos los dioses

miércoles, 20 de febrero de 2013

LA ROSA Y EL VELOCÍPEDO, de Adriano del Valle

" ¡No le toque ya más,
que así es la rosa!"
          Juan Ramón Jiménez

                                   FÁBULA DE LA ROSA Y EL VELOCÍPEDO
                                             (Romance a lo Walt Disney)

                                          -Cuidado, Doña Perfecta,
                                          -dijo a la rosa el biciclo-.
                                          ¿Por qué me sales al paso?
                                           Si no te apartas te piso...

                                          -Pasa ya, tonto de acero;
                                           no tienes miedo al ridículo.

                                          -El jaramago te adora.

                                          -¡Mentiroso!

                                          -Yo lo he visto.

                                          -Yo nací con la manzana;
                                          vi a Eva en el Paraíso
                                          y habrá rosas de mi estirpe
                                          en el Día del Juicio.

                                          -No sigas, rosa perfecta,
                                          de eso a mí me da lo mismo;
                                          tienes una vida efímera.

                                          -Todo en la vida es efímero.

                                          -Metafísica estás...

                                          -¿Qué oigo?

                                          -Que eres medio tonta, digo;
                                          más tonta que un miriñaque.

                                          -Eres idiota, biciclo;
                                          quiero decirte tres cosas:
                                          ¡cínico, cínico, cínico!

                                          -Con los madrigales cursis
                                          te embriagas, es tu oficio...

                                          -Y el tuyo llevar al parque
                                          los tontos en equilibrio.

                                          -Tú no sabes geometría.
                                          El relojero es mi amigo;
                                          que aprenden de mis prodigios.
                                          Euclides hizo posible
                                          que yo esté hablando contigo.

                                          -Déjate de garambainas
                                          y demás textos científicos;
                                          cien poetas me cantaron
                                          antes de nacer Virgilio.

                                          -Vi libros de un ingeniero;
                                          mi esquema viene en sus libros...

                                          -Soy ex-libris de las flores.

                                          -Yo el colofón de lo antiguo;
                                           los hombres quieren volar
                                           e inventan el velocípedo.
                                           La perfección de las ruedas
                                           madura en mí su principio.

                                           -¿Las ruedas eran cuadradas?
                                             ¿Rodaban a pie cojito?

                                           -Mírame; frágil, aéreo,
                                           tengo radios, no pistilos;
                                           corto rosas de aire al viento,
                                           corro como un cervatillo;
                                           biselado por la brisa,
                                           virtuoso y agilísimo;
                                           tengo esbeltez de jirafa
                                           que aparece en espejismo.
                                           ¿Y tú, rosa...?

                                           -Presumido.
                                           Como no tengo tu labia,
                                           ni tu jarabe de pico,
                                           verás qué dice un poeta
                                           que me canta en este libro...

                                            Y la rosa reflejaba
                                            en niquel de velocípedo,
                                            perfecta, pura, geométrica,
                                            la Anunciación de un prodigio,
                                            que iba a emparentar compases,
                                            rosas, lápices y lirios.

                                            Se cuenta que se casaron
                                            que tuvieron muchos hijos...

                                           Automóviles perfectos,
                                           hidroplanos de aluminio,
                                           son los nietos de una rosa,
                                           los nietos de un velocípedo. 



martes, 19 de febrero de 2013

ESDRÚ JULAY Y EL ORÁCULO DEL ESPEJO

Estaba Esdrú Julay paseando por un jardín sin flores y se le acercó de frente un espejo. Como Esdrú, el buho poeta, camina mirando al suelo porque el cielo es aburrido, hasta que no adivinó el marco rojo del espejo a sus pies no levantó la cabeza, y al verse reflejado de pronto, exclamó, también de pronto, tan pronto como pudo queremos decir:
      -¡Soy yo!- y fue una expresión de júbilo espontáneo pero mezclada con repentino sobresalto, como si lo hubieran pillado robando un libro en casa de un premio nobel de literatura. Entonces, el espejo, que era en realidad un oráculo aficionado, enviado por una compañía telefónica para venderle un móvil de última degeneración, le contestó con voz de máquina de tabaco:
      - Muchas gracias por utilizar nuestros servicios, recoja su cambio por favor.-
El buho poeta pensó que el oráculo quería decir que su vida sería muy triste y los demás siempre le devolverán una imagen más bien pobre de sí mismo. Se enfadó y rompió el espejo. Detrás había una planta carnívora que le preguntó que hora era. Y aún era temprano, pero no se sabía para qué.




LA METAMORFOSIS / de Sławomir Mrożek

Este Kafka se habrá creído que sólo a él se le ha ocurrido una cosa así. Hablo de Franz Kafka, el literato, ese que se convirtió en bicho y lo describió en una de sus obras. Vaya logro, convertirse en algo asqueroso puede hacerlo cualquiera, pero eso no es motivo suficiente para presumir de ello. Yo, por ejemplo, me convertí una vez en lagarto y ni se me pasó por la cabeza contarlo. Ahora me arrepiento, porque este Kafka se hizo famoso, y yo, en cambio, no mucho...
      Lo que si resulta más difícil es volver a convertirse después en persona. Contaré esta dificultad, aunque no espero que me traiga fama. No hay justicia en este mundo.
      Resulta, pues, que fui un lagarto, tal vez no uno de esos que figuran en las clasificaciones oficiales, pero, sin duda, un tipo de lagarto. Sólo el rabo ya era prueba de ello, por no mencionar otros detalles de mi encarnación de entonces. Mediría como dos metros de largo, era dentado y estaba cubierto de escamas. Si hablo ante todo del rabo es porque era del rabo de lo que más difícil resultaba deshacerse. Una vez ya logrado un aspecto humano visto de frente, seguía pareciendo un lagarto de perfil y por detrás.
      Independientemente de la inoportunidad moral, el hecho de tener un rabo era fuente de constante incomodidad práctica. No podía cerrar la puerta detrás de mi como una persona normal, sin volverme hacia ésta. Al cruzar la calle siempre corría el riesgo de que un coche me lo aplastara. Entre la multitud siempre había alguien que me lo pisaba. Pero, sobre todo, sufría anímicamente, puesto que el rabo era el último obstáculo en mi camino hacia una humanidad plena. Y no me hacía ninguna gracia cuando, en el zoológico, los cocodrilos me miraban con complicidad.
     ¿Qué hacer? Entendí que solo no conseguiría deshacerme del rabo y acudí a unos especialistas. Primero, a aquellos que afirman que la humanidad es cosa del alma. Tienes un alma, eres persona. no tienes, eres un lagarto, o en el mejor de los casos, una vaca. Afirmaron que aunque tenía un alma, ésta no estaba completamente desarrollada. Durante un tiempo intentaron desarrollármela. Al parecer exageraron ya que empezaron a salirme alas de ángel, mientras que el rabo, ni cosquillas. Aquellas, unidas al rabo, daban al conjunto un aspecto todavía peor, así que abandoné el tratamiento.
     Afortunadamente, no vivimos ya en la edad media y existe la alternativa laica. El lagarto, por lo visto, se había convertido en hombre gracias a una cultura mental, sin ninguna metafísica. Me suscribí, pues, a algunas revistas literarias y cada día medía el rabo por si menguaba. Sólo conseguí que empezara a rizarse en espiral. En vez de un rabo sencillo y honrado, tenía ahora un rabo de lagarto en forma de sacacorchos.
      Será que lo de la cultura tampoco es cierto. Pero ¿para qué tenemos una teoría social? El hombre se convierte en hombre gracias a que vive en grupo, o sea en sociedad, colabora, mantiene una actividad pública. ¿Y qué más público que la política? Así que fundé mi propio partido político y me convertí en su lider. El rabo quedó como estaba, pero, en cambio, empezó a salirme un hocico de cerdo. Me retiré de la política.
        Triste, acongojado, fui de nuevo al zoológico para volver a pensar todo el asunto. Era un día entre semana, había pocos visitantes y podía contar con relativa soledad. Me detuve delante de la jaula de los lagartos, pero no me estaba destinado gozar de la tranquilidad. Se me acercó un bedel, dio un par de vueltas, se deslizó la gorra del uniforme a un lado y se rascó la cabeza observándome.
         -¿Usted va aquí?- preguntó finalmente, y añadió, señalando la jaula-: ¿O allí?
         -¿Yo? si yo sólo pasaba por aquí un momento. Gracias. Ahora mismo sigo paseando
         Y abandoné el zoo.
      Desde entonces pienso que Kafka se guardó algo, que no lo contó todo. Si se convirtió en bicho, es porque algo de eso tendría ya antes, tal vez cuernos o tentáculos, algo de insecto quiero decir. Y tampoco me creo que se transformara en bicho completamente, es evidente que le quedó una mano humana con la que lo narró todo. No se puede llegar a ser nada de lo que no se haya empezado siendo, ni en un sentido ni en otro. Siempre, al principio, hay algo de lo que habrá al final, y da igual por qué lado se empiece y por qué lado se acabe.
      Y, por cierto, los cocodrilos son más educados que las personas. Sólo miran, no hacen preguntas.

Mañana de Carnaval

                                         El tiempo no tiene nombre,
                                         quiere huir de sí mismo como rápida sombra,
                                         contemplamos su paso
                                         y al volver sobre nosotros aparece 
                                         con sus dones abiertos como rosas o nubes.

                                         Pasarán los crepúsculos y pasarán las brumas
                                         porque el tiempo no existe, y ni siquiera importa
                                         que mañana no llegue o que ayer fue mentira,
                                         sólo se que en tu risa arde fresca la vida.

                                         Sólo sé que la noche amanece en tus ojos
                                         y tu cuerpo despierta el rumor de mi sangre.

                                                     
                                          Manha De Carnaval (Morning Of Carnaval) by Luiz Bonfá on Grooveshark

domingo, 17 de febrero de 2013

PSICOPATIO CORDOBÉS

Vivo en un pueblito que parece un belén antiguo dentro de una bolita de nieve. El aspecto idílico de aldea que tiene no se corresponde con los problemas que tengo con el vecino de al lado. Damos patio con patio, pero el mío está tres metros por encima del suyo y además tengo otra atalaya un poco más para arriba, son sólo cuatro metros más. En suma, el guardia civil se siente vigilado, tuve que poner por cortesía, una celosía de sultanato oriental en el patio más bajo, que se eleva dos metros diez sobre el suelo. La verdad que el señor, así al natural, en chandal y con una cara que parece arrostrar un larga desidia con una longitud aproximada de cinco angustias, y teniendo en cuenta que yo vivo en la calle Calvario, la diatriba jurídica que el buen señor tiene montada en la cabeza parece un tricornio negro: son las empatias con el sombrero acharolado lo que ennegrece aún más la porfía. Está decidido a que asuma la obligación de poner otro parapeto para que la intimidad que comparte con su parienta, concejala de buen ambiente del lindo pueblito este, tenga el mismo color que el tricornio. Hoy le he dicho, yo desde mi atalaya, y él en medio de su enorme patio cochambroso, con una montaña de haces mohosos y astillados de madera lindando con la esquina de mi patio que amenaza noche de san juan, una caseta llena de cachivaches inmundos que sólo dios sabe que horrendos venenos para ratas contienen;  le he espetado un que si se creía que era el ombligo del mundo, que me dejara ver tranquilo las ovejas que pacen en los oteros verdes de mi pueblo hermoso como una rosa blanca en medio del monte pelado. Dice que buscará la manera de persuadirme de que no lo mire más. Es que si le hablo con la corrección demócrata del que se sabe superior, le da torticolis; cuando discuto con él, suelo subirme al patinillo-atalaya de arriba y dobla el cuello con dificultad como un perezoso en un árbol. A veces me lo imagino así, con un chandal azul magenta del Deportivo Vinuesa, en chanclas y con tricornio, encaramado a la delgada torre de la iglesia, como un perezoso, para verme mejor. Insisto, estas chaladuras tontas acaban convirtiéndose en dramas al final. Será mejor poner un burladero en la atalaya, comprarme un sombrero de torero y una escopeta con mira telescópica. Desde esta distancia puedo acertarle en el escudo del chandal.

sábado, 16 de febrero de 2013

FUMATA BLANCA

   El cónclave ataviado está reunido. El motivo, hay que elegir al pastor universal. La ceremonia gravita sobre un mar de expectativas, ruedas de prensa, comunicados oficiales de los más importantes gobiernos del orbe; los cardenales tiemblan en sus cuerpos, son flanes nerviosos, movidos por un inquietante designio para el que las fuerzas de la naturaleza se han conjurado. El santo padre saliente espera paciente, rezando en la capilla de rodillas. Un repentino rayo mandado por Satán, descarga su poder sobre la cúpula de San Pedro, centro neurágico de la cristiandad, penetra hasta el lugar donde el bendito ora sus últimas palabras y hunde su luz diabólica en la tonsura de Benedictus, carbonizado al instante. De la chimenea del Vaticano sale un humo blanco y espeso. El mundo cree que hay papa nuevo.

viernes, 15 de febrero de 2013

SIN SOMBRA DE CULPA

Siento que me sigue a todas partes. No es mi sombra y sin embargo se parece bastante porque es oscura y larga en invierno. No es tampoco mi animal de compañía, de pequeño tuve un canario, se murió de un trueno a la hora de la siesta y lo enterré con honores militares, mi hermano me ayudó con la trompeta. Cuando paro en seco de andar me giro a veces rápidamente a ver si lo pillo pero no hay manera, parece un ser tan pegajoso como escurridizo, pienso si no será el fantasma de un pulpo a la gallega que probé hace unos días, porque a ratos huele a cefalópodo bien golpeado por la vida. También podría ser el recuerdo de un preso político chino por el que derramé unas lágrimas de cocodrilo, que me empuja a que me comprometa un poco más con las causas perdidas. Acabo de salir del psiquiatra, el  reputado Doctor Temeroso, experto en manías persecutorias, me ha dicho que lo que me persigue se llama sinsombra, y es igual que la culpa; que haciendo un donativo contra el cáncer se muda a otra persona. Pero no me fío. Voy a probar con el cambio de temperatura entrando a una iglesia, igual se muere de frío.
Córdoba, de Joan Morales (Barcelona 1890-¿)

IDIOTA CORAZÓN

                                  


                                   Ahora soy un escombro bajo tus pies desnudos
                                   una sombra que arde y va por el suelo a tientas,
                                   recogiendo
                                   las últimas palabras de esta noche cerrada.

                                   Si estuvieras aquí enredándote en mis brazos
                                   mi condición de hombre, esta ruina, esta ausencia
                                   de siempre,
                                   abrazándote a ciegas, asido a tu nombre...
 
                                   jugaríamos a recuerdos que se difuminan,
                                   donde ahora soy tan sólo lo que tú
                                   tan viva de tí misma, tan presente,
                                   quieras hacer de mí, pero qué más?

                                   Si ya soy un escombro
                                   de tu último beso,
                                   de la última vez que me tocaste
                                   y sin saber pensábamos
                                   ser caricia sin cerco,
                                   libre,
                                   mil veces en la piel
                                   mil veces mil en tus labios
                                   callados, abiertos otra vez
                                   a la luz de otros días
                                   quizá no tan inciertos sino claros,
                                   como cuando te afirmas y me dices:
                                   estoy aquí, te quiero.

                                   Porque el tamaño exacto de la historia
                                   corresponde en tus manos a esa poca de luz,
                                   a esa palabra, amor,
                                   insuficiente y rara.

EL HOMBRE PRECAVIDO, de Sławomir Mrożek

Mi desasosiego aumentaba a medida que me aproximaba al punto más negro de la selva. Se decía que por allí acechaban bandidos.
    A punto estaba de dejar atrás el peligroso lugar, cuando tres hombres salieron al camino.
    -¿Ustedes son bandidos?- pregunté.
    -¿Nosotros? Qué va. Guardas forestales.
    Me quitaron un peso de encima.
    -Pero, ya que usted lo menciona, es cierto que por aquí merodean elementos de todo tipo. Le proponemos que nos entregue su dinero en efectivo para guardárselo. ¿Por qué iba uste a arriesgarse?. Les dí todo lo que tenía y después, ya despreocupado, seguí mi camino. Nadie. por cierto, me volvió a importunar, y de los bandidos, ni rastro.
     Y es que soy un hombre precavido.

jueves, 14 de febrero de 2013

LA MANGUERA

     Decidí hacerme bombero, así que me compré una manguera y salí a la calle para arreglar las cosas como hacen los bomberos de todo el mundo. Al principio los viandantes me miraban con miedo de mojarse, era la manguera lo que les inquietaba. Antes nadie me hacía caso, en cambio ahora, gracias a  la manguera soy una persona importante. Se sabe que los bomberos son el colmo de la virilidad, tan valientes como para salvar a un perrito de las llamas, si es necesario.
     Un señor, de pronto, gritó socorro en la esquina de la panadería, una espesa columna de humo salía por la puerta. Acudí presuroso y contento como un niño con zapatos nuevos, por fin iba a poder usar mi manguera, la ocasión perfecta -me dije-, mi bautismo de fuego como bombero. Conecté la manguera en la toma de agua y dirigí el gran chorro hacia la puerta, no sin antes empapar a unos curiosos que estorbaban bastante. Al cabo de unos minutos salió una señora con un abrigo de visón FALSO completamente carbonizado, calva y tiznada como un pulpo asustado, que resultó ser la alcaldesa del pueblo, imputada en una trama de corrupción política. Es tal la ira de la gente contra esta mujer que estuvieron a punto de matarme por salvarle la vida. Yo pensaba que el bombero es bueno y ayuda a todo el mundo, pero los tiempos están cambiando. Cogí mi manguera, me la enrollé al hombro y me fui. Así no hay quien trabaje.
Dibujo de Slawomir Mrozek

miércoles, 13 de febrero de 2013

ESDRÚ JULAY Y EL CERO A LA IZQUIERDA

Iba Esdrú Julay paseando por la avenida de los dinerales y topó con un cero a la izquierda quedando los dos ligeramente conmocionados. Recuperados del encontronazo, el buho poeta le pregunta al cero a la izquierda, -¿ Por qué unos tanto y otros tampoco?- a lo que el cero a la izquierda se encogió de hombros y le dijo a Esdrú Julay que venían de darle el finiquito en el BANCA ROTA sosiedad nónima, que la única explicación que le habían dado es que lo han despedido por ser un cero a la izquierda, no como otros, que se juntan todos a la derecha de un uno y trabajan en equipo y el uno se forra. Que para colmo ya lo han confundido por la calle con una burbuja y le han dado una paliza por sumarse a la especulación inmobiliaria. Esdrú Julay quiso preguntarle también por qué el cielo es blanco y las nubes cuadradas, pero don cero a la izquierda ha sufrido un soplo de pronto por el agujero del cero y ha desaparecido. Y todo parecía metafísico y salían unos brotes verdes del árbol de la siensia que era en realidad un mansano pachucho.

martes, 12 de febrero de 2013

DIVAGANCIA


                             Palabra que besa en labios dormidos
                             un sueño detenido en la luz,
                             sin tiempo,
                             como esa forma tuya de mirar
                             que nadie te ha dictado.

                             En tu boca una ternura insolente
                             por su mitad exacta, sin dudas,
                             matas de sombra acariciando sienes.
                                             
                             Pálpito, ave noctámbula
                             sobre un muro ciego
                             contra todo el espacio y todo el tiempo.

Collage de Franz Roh


lunes, 11 de febrero de 2013

MALTRATO DE LA PELUSA.

La pelusa rasca el suelo con mansedumbre caricia. Una virtud muy contraria al escobazo de maula. La pelusa se repite, se desdobla, se clona. En las películas del lejano oeste a veces, por la desierta calidad de la tierra madre, corren unas enormes pelusas solitarias a empellones de vértigo. El sentido del humor de la pelusa es volver a aparecer por la otra esquina del salón tal musaraña retroactiva. Las personas grandes lectoras conviven en armonía con la pelusa. Se trata de eso, una formación colectiva, ansiosa de petróleo, puros, coñac y un poco de coliflor los domingos, independientemente hincando el diente en la pelusa. La hora en que peor lo pasa la pelusa es cuando se come en casa, el ruído de las mandíbulas batientes le eriza el lomo a la pelusa, su lomo mil veces multiplicado, a pesar de las herramientas humanas de destrucción a las que se enfrenta. Por eso este maltrato es un elogio. No pocas matas de pelo se pegarían a una bata sólo por ver las pelusas haciendo carreras en todo el perímetro de la habitación.
      


WOLFGANG AMATEUR MOZART

                                                                                       a Chumari Tamajón

Todos los días al terminar la instrucción, me quito el uniforme, me lavo, me tumbo en el catre y escucho a Mozart, en una gramola de bolsillo, pequeña como una cafetera de juguete, su música, a pesar de sonar en una lata de conservas me transporta a esos viajes que hacía con mis padres a las montañas de los Sudetes, volvía con el olor de las flores de edelweiss pegado en los pantalones cortos. Sufro regresiones al pasado con la música divina de Wolfgang, muy bien educada mi generación, soñábamos con la estrella de plata, nos incomunicaron en una foto, el fotógrafo se llamaba Leontopodio Alpino. Cualquier tiempo pasado fue peor, con doce años ya tenía bigote. Recuerdo que el trompetriste de la banda del ejército tenía labio leporino. Yo no he logrado nada, en este mundo, digno de mención. Excepto aquella vez que llevé a mi novia Ada a un concierto, ella lloró en el adagio, reía de pena al verme feliz. La vida es un carnaval.



domingo, 10 de febrero de 2013

ANDRAJOS DE VIVO


                           Entreveo en la sorda lucidez
                           de este loco que me mira
                           tras el cristal, la ira de un amor distinto,
                           uno que no hace pagar con sangre
                           el precio de estar vivos, así,
                           viendo pasar la muerte vestida de reina.

                           La ira contenida de un amor sin norte,
                           uno que quiere quedarse voluntariamente
                           en la luz de los días que pasan a sumar
                           la cuenta gris del calendario.

                           Salgo del café, el loco ya se ha ido
                           dejando un vaho de aliento
                           y un aroma a flor pisoteada.

                           Todo se vuelve claro ante el dolor,
                           claro y entero como un loco.
                           Me quito los andrajos de esta vida
                           que pretende vestirnos
                           de alguien que no somos.

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