jueves, 14 de febrero de 2013

LA MANGUERA

     Decidí hacerme bombero, así que me compré una manguera y salí a la calle para arreglar las cosas como hacen los bomberos de todo el mundo. Al principio los viandantes me miraban con miedo de mojarse, era la manguera lo que les inquietaba. Antes nadie me hacía caso, en cambio ahora, gracias a  la manguera soy una persona importante. Se sabe que los bomberos son el colmo de la virilidad, tan valientes como para salvar a un perrito de las llamas, si es necesario.
     Un señor, de pronto, gritó socorro en la esquina de la panadería, una espesa columna de humo salía por la puerta. Acudí presuroso y contento como un niño con zapatos nuevos, por fin iba a poder usar mi manguera, la ocasión perfecta -me dije-, mi bautismo de fuego como bombero. Conecté la manguera en la toma de agua y dirigí el gran chorro hacia la puerta, no sin antes empapar a unos curiosos que estorbaban bastante. Al cabo de unos minutos salió una señora con un abrigo de visón FALSO completamente carbonizado, calva y tiznada como un pulpo asustado, que resultó ser la alcaldesa del pueblo, imputada en una trama de corrupción política. Es tal la ira de la gente contra esta mujer que estuvieron a punto de matarme por salvarle la vida. Yo pensaba que el bombero es bueno y ayuda a todo el mundo, pero los tiempos están cambiando. Cogí mi manguera, me la enrollé al hombro y me fui. Así no hay quien trabaje.
Dibujo de Slawomir Mrozek

2 comentarios:

  1. Me temo que para ser bombero no es suficiente con tener una manguera... ¿Fue esa la intención de la moraleja? ¡Saludos!

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  2. ¡Saludos, no hay moraleja!...es un incomprendido y ya está, pero buena gente.

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