viernes, 15 de marzo de 2013

FÁBULA - SIÓN

Jérase una ves el Pueblo de Israel caminando. Errantes personas y sus pertrechos llevando asia ninguna parte conosida; quisá asia Asia menor, pues no eran muchos. Se dibujaba en el horisonte lejano el espectro del pleno empleo: horror inhumano cuyas posteriores genera-siones caro pagaron.
      Hechas quedaron las Piramides de Gizéh, duro tributo al esclavo ardiendo, desollado a la piedra por el cruel faraón - serpiente. Cobraron y de nuevo partieron asia tierras prometidas por Moiséh, en montaráz encíclica maniquea, engañando al Pueblo de Sión montándolo en camión (como esplica ilustra - sión).

     Jéra todo una cruel ilusión, mas durante largo viaje susediéronse fechos de sobrenatural categoría, que el mismo Yavéh hiso una autopista para su pueblo
                                                                        en
                                                                             el
                                                                                 fondo
                                                                                          del
                                                                                                mar
con negro - dolosas piedras míticas nel camino (luego nombradas dolomíticas) y pues conteniéndose la mar oseana en extático torbellino, el P d I (Pueblo de Israel: en adelante abrevaremos en esta utilisasión breve) consintió en su tragoedia: algunas criaturas muriendo de sé en el fondo del mar, determinaron luchar y no descansar hasta su tierra prometida dar con ella y aún cuando no fuera suya tomarla en virtú de las sagradas traisiones que resaban en enrolladísimo pergamino sólo al alcanse de los rabinos, por la fuersa de la Toráh.
       Entonse, ¡Oh triste sino de Sión!, al fin arribaron a una tierra fecunda y paradisiaca bendesida de los astros del Sodiaco donde vivían los Palestinones y los Samaritontos (estos últimos muy bellas personas) y otros humildes pueblos trabajadores cuyo Rey llamábase Solomón, cuya vida, consagrada al de pata negra jamón, no mayormente preocupábase paraná de su pueblo bienestar.
        Instalándose con munifisensia en estas tierras esplicaron a estas gentes la nueva ley y de buen grado estos pueblos laboriosos acogieron la fe de Yavéh, que tenía de sus almas la llave; a la vista del infame hipócrita y gordo Solomón, cuyo vientre pecador siguió jalando jamón en no finita sesión.
       El P d I se instaló, Moiséh en pá descansó, y a la espera cada alma quedó del Mesíah redentor que llegó un buen día de mucho sol montado en asno. Diéronle festiva palma, abrasos y olés y salió por la puerta grande, mas un grave poblema se cosía en Palasio, pues este Yesucristo superbienestar era muy joven y cautivador de personas, y lo que es peor: jéra Eterodoxo y habiendo nasido en Belén, venía armándola de gordo con su sola parola, que daba gusto de oirlo por entre aquellos pueblos humirdes nesesitados de maná purificador y laxante (como cuenta el ilustrante), la suya era sinsera parola damore.

        Al estado de la cosa pública, es desí, al Stablishmentof Punition de la época no le interesaba el mensaje, porque tenía intereses trágicos en la sona. Entonse, con la inestimable colabora - sión del Imperio Romano, que no le gustaba tampoco de soportar personas anejas a la Hortodosia Frutícola del Poder, le dieron la huerta al festival amoroso de Yesucristo, y uno solo lo mató.
      Según posteriores revelasiones de fuentes fideo-dignas, se descubrió que fue su pueblo mismo quién lo mató, con el permiso de Yavéh, para mayor gloria istórica y porque así surgió, con fuersa bestial el Cristian-itsmo: simbolisado a partir de aquello por el signo de sumar.
      Y jéte aquí que surgió en el P d I una existencial duda cuya solusión, sólo ahora tras dos mil años y cuatro mil trillones de milmillones de segundos pudieramos conoser. ¿ Cuál fuera la tierra de promi - sión de la que hablaba el bueno de Moiséh?
       No tuvieron más remedio que emprender de nuevo el viaje, que la diáspora se la llevaba una agensia muy pofesional, y estas criaturas por el camino fueron objeto de numerosos y viles sesinatos y Holocautos que se fueron grabando en su memoria de P d I y ahora, en el presiso momento que este humirde cronista os cuenta, una nota discordante en todo el mundo clama, en esta sona del orbe donde esto susedía, y de noche también: que al pueblo palestinón, unos que disen ser el P d I, pero en realidad son nortamericanos, con los que no se identifican las persona judias blancas y buenas de verdad.
       Y si esta desgrasia es motivo de fábula, es presiosamente porque la cruda realidá es asolutamente increible y todo el circo mundial se rie que da PENA.
                                                
                                           JÁSEFALTA UN JOSAFAT
QUOD ERAT DEMONSTRANDUM, el problema se remonta a lomos de la Istoria Hantigua y cabalga asia atrás y es un sindiós y como Yavéh no mueve la mano y hasta parese que mira para otro lado, la única solu - sión sería mandar un Ponsio Pilato nuevo que le parase los pies a estas persona vengativas. Y aquí la fábula fina.

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