lunes, 8 de abril de 2013

EL RETRATO

El Simposio Mundial de Dialéctica acordó conmemorar con broche de oro su celebración, encargando un retrato de Hegel a un famoso pintor hiperrealista. En el primer boceto adelantado por el artista, figuraba Hegel de pie, a tamaño natural, decorosamente vestido, y dos figuras infantiles alegóricas. Una, que simbolizaría la tesis, estaba sentada en el suelo a la derecha del filósofo, jugando con un mecano, y la otra, la antítesis, al lado izquierdo, posaría sobre un caballito de madera.
    En un primer momento, se dudó que los dos niños pudieran asociarse claramente a los conceptos que pretendían representar, teniendo en cuenta que Hegel, con una mirada de severa carga emocional, permanecía ajeno, mirando al frente, a las evoluciones de la pareja.
    No obstante, pronto se elevó en el ambiente una pregunta aún más importante, que relegaba a un segundo plano la primera. Se hizo evidente la ausencia de un tercer concepto, suma de los dos anteriores, en la composición: la síntesis. Como no se hubiera visto bien tapar las piernas del insigne pensador, se colocó la síntesis sobre los hombros de Hegel.
    Sin embargo, la posición dominante de la síntesis, aunque filosóficamente correcta - la sintesis surgía triunfante, de la confrontación de tesis y antítesis- puso aún más en evidencia la vergonzosa falta de diferenciación entre la tesis y la antítesis, que jugaban ingenuamente muy cerca del suelo.
    De manera que bajaron a la antítesis del caballito y la pusieron a romperle el mecano a la tesis. Ahora todo era correcto. La tesis y la antítesis confrontadas, como correspondía a la teoría del maestro, y la síntesis como superación de ambas, lamía una piruleta a hombros del prócer.
    En la clausura del Simposio, al descubrirse con ceremonia el cuadro, resultó que Hegel salió esbozando una sonrisa y mirando para arriba. Estalló un pavoroso tumulto, ya que este gesto daba a entender distracción o incluso guasa.
    La pintura fue cubierta de inmediato y en su lugar se dibujó una pintura abstracta compuesta por una bola gigantesca de hilos. Cada uno admiraba en ella lo que viese y la dialéctica podría continuar su curso sin problemas.

2 comentarios:

  1. De cuando en vez los organizadores de simposios dan en el clavo en lugar de rodearlo y amagar. El cuadro de los hilos es más certeramente dialéctico que la imagen del vate de Stuttgart.
    Buena introducción a la dialéctica.
    Salud

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    Respuestas
    1. Gracias Miguel Ángel, a mi me gustaba más el del abuelo Hegel, por lo entrañable.
      Salud

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