lunes, 26 de agosto de 2013

CAMARÓN QUE SE DUERME



El dolor sordo de esta soledad no se compadece con el color ardiente que declina esta tarde. Me muerden amapolas el estómago, me muerden de una melancolía roja. Por querer agarrarme a un imposible que me arde aún de una manera ilógica y tardía. Pero el Guadalquivir sigue llevando sueños a Sanlúcar con una luz de siempre que potencia la vida, que la subvierte en sus líneas de sombra. ¿No lo estás viendo entonces, buen hombre? ¿Qué no hay nada que pueda sobornar esta belleza?

2 comentarios:

  1. Tan hermoso... ¿No es acaso en la luz de la belleza intensa que las lágrimas tienen un peso? El dolor no debería ser sordo...

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    1. Hay un momento ahí en que es sordo, y sublime quizá, porque nunca sabemos exactamente qué es lo que se traga la tierra. Claro que sí, Gina, esas lágrimas si que tienen peso.

      Un abrazo

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