domingo, 4 de agosto de 2013

TERRORITMOS erotópicos


Esa mujer tan silenviciosa que te persigue por contracalles mal iluminadas de una ciudad vagamente portuaria de ópera, tras el rastrojo por ojo de tu pasado va. Ofréndale la piel muerta de tu cuerpósculo, alma de serpiente; la fluoración decadentífrica de tu mejor sonrisa.
    La preciociosa mujer devorará tus restos de olvido, la casquería de tus naturalezas muertas, podrías darte con un canto LLANO en los dientes si no fuese porque ella le habla a deshora a los espejos de tu casa, que ya saben más de tí que tú mismo.
    Tampoco te sirve que la confundas con una hembravecida andrófoba, ni con la voz morena de tu conciencia. Su color de pelo es indefinible, cambiante. Y sólo se irá cuando su hambreva quede satisfechoría.
                                           




2 comentarios:

  1. Hay un miedo que arrastra pero sobretodo un miedo que tienta. Da miedo el placer pero sobre todo el placer que puede dar el miedo y el mordisco.

    Qué buen texto, Manuel. Un abrazo.

    F:
    http://mistavilteka.blogspot.com/

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    Respuestas
    1. Sí, Felipe, algunos sentimientos se retroalimentan a sí mismos y nos convierten en marionetas del destino, y bailamos a ese son. Un abrazo, mi buen amigo.
      Salud

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