sábado, 7 de septiembre de 2013

APARICIÓN INOPINADA DE PELUSOMBRA

Con respecto a Cortázar, y quitando el cronopio que es un ser entrañable; el húmedo romanticismo del saxofón, empañado en la niebla de alguna populosa ciudad repleta de espectros, habitada por el fantasma insomne de la prisa (excepto en algunos jardines para vagabundos donde ocurra el milagro del amor), por culpa, digo, del timbre melancólico de corazón de payaso del saxofón o del tenor que lo plañe: la novela romántica se termina hoy aquí.
A partir de ahora hablaré en otro tono, de violín apoyado en un tanque, de billete de bus con la fecha borrada para siempre. Si en algún momento me concedí una lágrima, la pagué justamente en su doble de humor, alzando mi copa vacía, apurada la hez hasta el fondo, con objeto de levantar la tapa del water y descubrir allí, en su piscina cubierta, una pelusombra. Llevan el pelo recogido en un gorro de plástico con una margarita gigante en la zona del parietal.
Pelusombra en traje de baño.
                                         

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