domingo, 6 de octubre de 2013

EN UN LUGAR INDETERMINADO DE ARIZONA



La solemne ceremonia se celebró en un enorme auditorio con una reverberación de eco en el cañón del Colorado. El oficiante, ataviado con un terno de fantasía, desglosó un aforismo que retumbó sobre las cabezas de los asistentes, despeinándolos. Un gran jefe comanche sobrevoló al oficiante, orinando sobre su peluca un líquido oscuro que hizo prender en llamas los pelos de nailon de la peluca. Una señora de la primera fila falleció en el acto víctima de un déjà vu. El gran jefe indio fue abatido con un balazo en la frente por un apuesto número de la policía nacional. Un escalofrío de silencio recorrió la sala como alma que lleva el diablo y un niño, subido al podio del conferenciante, calmó los ánimos de todos, recitando un poema inédito de Pol Winter, que hablaba de hojas secas pisadas al galope por caballos sin cabeza y el crujir indolente de las rocas.
 
Sobre el valor terapéutico de la cultura nunca se habla demasiado, aunque es un laxante de sobra conocido en todo el mundo. Esta miniconferencia está patrocinada por la famosa marca de sanitarios, Open.

 

2 comentarios:

  1. Si algún día llego a ser escritora, mi mayor ambición sería tener poder laxante. Estimado Manuel, me habéis mostrado el camino y andaba muy perdida. No deberé olvidar. Para celebrarlo, me dirijo de inmediato a un sanitario.

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    1. Conste que este poder laxante, querida amiga, está más relacionado con la risa que otra cosa. Por los demás la literatura nos sume también en reflexiones sobre la vida que pueden provocar un poco de estreñimiento, a menos que se las digiera bien.
      Salud

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