viernes, 10 de junio de 2016

¡REALIDAD, SUEÑO, A UN TIEMPO!


Antes que tú, la sombra desperdigada de los vencejos; inapresable. Apenas los escombros que una fe de niño aún jugaba a componer con forma de amor. Ahora tu mirada, franca como la luz de la mañana, me desnuda este ser que la vida me puso y siento la rotunda belleza de estar vivo en tus brazos. Después de ti no hay nada: pasarán más vencejos y me hablaran del tiempo como una promesa compasiva, fugaz piedad que alerta la brevedad del hombre y su destino. Posa en mis manos tu mirada pura de lumbre divina. Hazme un sendero de estrellas. No quiero perder la estela de tus labios jamás.




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