Que me pase un omnibus por encima,
que un miliciano me tronche las muñecas,
me arrastre al suelo, prendiéndome al gemir
la mirada de degollar de los corderos,
Con la última peseta me tañeran las esquelas,
rebañarán mis hijos paz por el embudo,
la vida son palomas de sangre,
me pesa en las costuras este escombro,
este guano que nunca fué miel robada,
alegría convecina a las colmenas, No respirar, Señor, no volver a fregar con greda
el entresuelo de esa sórdida miseria, no saberme de nuevo en una piel humillada
o perderme dispersando tus dones para siempre...
En esa premiosa botadura de no ser nada.
Poema de Rafael Escobar, nacido en Belmonte, Cuenca.
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