De París, que no conozco, la vocación
sombría de un perfil al que la lluvia
abre arcos de luz contra la muerte. Evanescente amor sin vuelta, tú, te escondes: no estás en las palabras.
Alado es el embate de una paloma negra devastador el fieltro de las lluvias pactadas alada es la promesa contaminada en falsos paraguas que se abren contra la luz primera.
Espadas solitarias baten un brillo amargo ante la muchedumbre de hojas deshojadas por el viento que anuda los chaflanes del miedo por el tiempo sudario de las calles en vela.
Lóbrega flor del día cubres tu cuerpo amado con la música fría de los órganos mudos la arquitectura afina el perfil de la angustia sobre el que posa el vuelo una paloma negra.