Si pudiese quedar
definitivamente claro que:
Una garganta no se ahoga con
agua pasada
Todos los buenos días del
mundo no son iguales
Estamos hasta la glándula
pineal de filípicas
Las golondrinas de Bécquer
se lo hicieron impunemente
En su busto
Si pudieran sentarse para
siempre ciertas reglas como:
Emulsionar miradas con otro
que tal baila no es amor
La mirada de un niño también
esconde avispas
Que huyen en la visual que
le marcan sus padres
Y algunas otras perplejas
metáforas
Por completo inverificables
Yo sería el primero en
lapidarme con caramelos
En dejarme devorar por los
hipopótamos
Que se bañan en el estanque
de la Academia:
Mientras tanto criaré pulgas
en la sesera de mi abuela
Que cedió, víctima de un
mosquito, a la eterna
Enfermedad del sueño, donde
Osiris cierne
La inclemente cabellera
dorada de los días.