miércoles, 10 de octubre de 2018

TRECE MESES


Te lloraban los ojos del frío.
¿Por qué te besé
como si te conociese?
¿Qué sabía si acaso
la estación de autobuses
era un mundo distinto
donde nada comienza,
donde todo termina?
Un lugar no es mejor que otro
para amarse, ni al futuro
se va en las alas del tiempo.
Esta noche, el mecanismo de todos
los relojes punza mis sienes tercas
de la renuncia a seguir recordando
con dolor esa fiebre tan dulce
de vivir en tu boca.
Paraíso perdido por soñado,
contrapeso en la memoria
sin el que no soy nadie.





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