Si el cínico diente te traspasa
quéjate de ti mismo, bárbaro perro,
que en vano me muestras tu bastón y tu espada
si no te guardas de causar mi despecho.
Puesto que por camino equivocado
viniste a mi directamente
viniste a mi directamente
por eso tu piel desgarro y hago trizas.
Y si después ocurre que mi cuerpo cae a tierra
tu vituperio resta en diamante escrito.
No vayas desnudo a robar la miel a las abejas.
No muerdas sin saber si es piedra o pan.
No vayas descalzo a sembrar espinas.
No desprecies, mosca, las telarañas.
Si eres ratón, no sigas a las ranas.
Huye de los zorros, sangre de gallina.
Y cree al Evangelio,
que dice con buen celo:
en nuestro campo cosecha penitencia
quien en él lanzó semilla de errores.
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