miércoles, 25 de septiembre de 2019

PENSAR POR PENSAR


Por tiempo que llevemos siguiendo esta lección magistral de la vida, y después de haber pensado mucho en todo y nada (si no a la vez, que no es recomendable, al menos un poco en cada cosa) los dioses no garantizan la pérdida del oído. En este caso, no fruto de una psicosis de artista, como le pasó al bueno de Van Gogh, sino porque se nos cae la oreja. La oreja se nos desprende con naturalidad y hace un ruido al chocar en el suelo idéntico al de un coco en la arena de una playa: fuerte y suave, seco y sordo.Pensar por pensar se parece tan peligrosamente a hacer oídos sordos, que con algo de experiencia y curiosidad puede incluso adivinarse cuándo una persona piensa por pensar sólo por las expresiones sintomáticas de su gesto. Si esas muecas casi imperceptibles se pudiesen traducir a pensamientos sería un desastre para la humanidad en su conjunto. Nos daríamos cuenta entonces de cual es el promedio de personas que escuchan lo que decimos, y veríamos, con perplejidad, asombro, y muy seguramente una profunda insatisfacción, que no sólo no nos oyen, sino que nosotros mismos algunas veces no pensamos lo que decimos. Y entonces la desconfianza sería tan absoluta como necesaria.




Colaje de Francisco Marcos

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