viernes, 4 de octubre de 2019

PENSAR CANSA


Desde que el poeta italiano Cesare Pavese acuñó la expresión "trabajar cansa", cualquier verbo seguido de la palabra cansa adquiere, por arte de empatía, un prestigio no menos antiguo por novedoso. Para los que trabajamos pensando sin ánimo de lucro lo tenemos crudo, porque pensar siempre es cansado con alas tristes. En el pensar reside (oronda y comodamente tumbada en un diván de psicólogo, recitando en tono menor y con variaciones, la interminable sonata soporífera de su particular neurosis) la pesantez y el cansancio de pensar.
El trabajo fue, desde el imperio romano, que inventó un instrumento de tortura denominado tripalium; sede y asiento de mártires, santos y esclavos, cuyo nombre acabó haciendo honor, en toda lengua, al noble ejercicio de morir trabajando, como siempre con cualquier peregrina justificación dicha con pompa y circunstancia. En suma: los que trabajamos pensando nos cansamos el doble, y es esa la razón principal por la que acabamos escribiendo cualquier nota literata, en vez de coger los aperos y plantar un berro que tendrá tus ojos.




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