Cierro la puerta
Abro tranquilo
La casa viva que arde en mi ser
Mi ser autónomo que necesita
Es marrana condición comer aparte
Por muy seductor que aparezca
El restaurante
Dejo de hablar
No tengo hambre
Me hablan las truchas
Cuentan noticias
De un verano aún más bello que el anterior
Tengo el alma pixelizada
Con cromos que huelen a alcanfor
Asistí a la existencia de una boda
En que un búho era invitado de honor
Por eso digo que escampa la mentira
Quedando ya pulido el pavimento verdadero
En que habrá de llorar alguna vez bastante
Este cielo azul rampante en que soñamos
Olvidando quizá sólo alguna tilde
Que ya corregirá el ordenador
Quiero comprar la más pequeña cafetera del mundo
Para beberlo con mi colección de canarios cantores
Comprarla pagándole con besos a una chinita
Deliciosa y tímida chinita de un metro y sesenta centímetros
Y medio y copa y vino y blanco y fideos y pelos y fideuás y pelucas
Toda esa mole barata de ingentes tragaldabas está en el supermercado
Comprando ambientador para lechos nupciales con olor a macho cabrío
Horror seminal en el supermercado
Prefiero huir a Madagascar
Convertirme en lémur o en un Lope de Vega
Quedaría por fin inaugurada la porno-poesía
Sería el fin por fin de la poesía realista de imágenes votivas
Agotando irremisiblemente un río de pelo blanco y huesos carcomidos
No sabiendo qué es peor no se puede hacer poesía, me retiro de la letra
Ya este verso afrancesado se prolonga en cada línea agotador.
salud!
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