Indagaciones en la bucólica
del amanecer, compost de hojarasca,
testaccio de billetes de cincuenta,
del indiano, así levemente inclinada,
gentil, con tu mandil de servicio.
Eran tus manos un compendio de ternura,
de vigor femenino. Tus nietos andan ahora
en la tarea de resolver ciertas ambigüedades del lenguaje.
Ha llovido tanto que una sequía pertinaz
agrieta insensiblemente el neocórtex
iluminado por la pantalla del ordenador.
Dime, adorable fantasma, de qué tesoro
perdido podría yo lamentarme.
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