Para quemar un calendario se requieren
adjetivos y herrumbre:
la palabra expresiva, sin adornos,
tiene mejor combustión
que el participio pasado del verbo amar
o que esos futuribles donde hacen
patinaje artístico los elefantes.
Se han secado las larvas del verano,
ahora el vino se nutre de otras sombras
desgajadas en fiebre contra el frío.
Deposito mis labios
sobre el filo nombrado de tu rostro.
Hay tomillo
en la escarpada cumbre,
en la serena mano que te cubre
hay aroma y me crujen
las rodillas de buscarte
por donde el zorro huye de la vulva.
¿Dónde nos dirían
que la especie humana
está predestinada a perpetuarse?
¿No es acaso, quererse, un juego
con átomos leves de mercurio?
Colage de Jean Lecointre |
Probablemente sólo sea un juego de átomos leves naufragando por un océnao de lagrimas de cebolla, pero el amor cortés, así tan cortés como platónico, sólo será una forma "chic" de la nada.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
El mercurio es fuerte veneno, una cantidad mínima es suficiente para reducir a un elefante a cenizas. Ahora bien, de la nada surgió el todo y aquí estamos todavía, Francesc, procurando vencer al nihilismo con poemas.
EliminarSalud
¿Quién no ha jugado con esas bolitas plateadas y venenosas, cuando se rompía un termómetro?
ResponderEliminarUn poema con fuerza por su precisión de la palabra poética. "ahora el vino se nutre de otras sombras" magnifico!
ResponderEliminarUn placer y yo brindo por ello.