Cierra los
ojos.
El fuego
crepita hasta la estrella.
Es una
mirada perpleja de hembra o
murciélago embrión de
la muerte
siguiendo
el rastro de una piel intocable.
El mirlo
negro de la caricia
o la cáscara
amarga de otras lunas:
mientras el
mundo ruge hondo.
Es el
histrión que espera en un patíbulo la artesanal
conjura en
que arderemos todos.
Labios y nervio
azul
dilatando
las pupilas de la noche.
Robar al mar últimos cristales
bajo una densa niebla entre pinos absortos
mientras pasa la comitiva de ciervos
(con la cornamenta mutilada)
que anuncia el final del otoño.
El hastío ha encontrado un buen tren.
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