"espanta con un llanto de amor a mis sicarios"
César Vallejo
Vuelve mi rostro a bofetadas de fuego si estas palabras
no purifican el celeste llanto de tus manitas negras.
Una luz malva se deshoja entre las ruinas del poema,
yo me iré sin negarte cualquier día de agosto
con la camisa ardiendo de libélulas, en mis sienes sombrías
se golpean las piedras o se agolpan, los silencios se agotan.
Fiebre de ola y viento llaneros que consuelan al triste, virazón
de la angustia en un verbo espumado de pétalos sangrantes.
Mi alma de cuchara te recoge las dudas y las sorbe despacio
para llenar un cántaro que sueña con cadenas de besos, de piedad,
de ceniza, de candor, de lascivia, ramalazos de vida que me sepan
a limpio, como sonrisas de madre. El pestilente chancro que bombea
este ansia de amor en que consisto se llama corazón, músculo
nigromante, impúdico vástago de la oscuridad; mi enemiga
no quiere darme muerte, que penetre en la casa y me arranque
de cuajo tus placeres gemelos. Le doy pena a la mar, que me escupe
con cariño sus caricias saladas y mi cuerpo, enterrado en salitre,
esculpe un sueño informe en el ámbito triste de un
salón.
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