miércoles, 6 de julio de 2016
MADURACIÓN LENTA
Viento de mi niñez, ¿cómo eras, cómo?
Por ti supe el porqué de la tristeza
si era fascinante la pureza de un limón,
la ironía y la miel de la inocencia
en la risa cautiva de la luz.
Por ti aprendí el silencio de los árboles,
la prédica serena de la tarde,
el ávido candor entre los brazos
invisibles de la noche despierta
cuando es propicio hablar con uno mismo.
Viento de mi niñez, desolada y tranquila,
suave palpas mi sien con un recuerdo
donde una rosa sueña lo perdido
en mitad de un corazón sediento
de un ángel cuya ternura ya murió.
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