Cuando uno se acerca a la poesía de Rafael Escobar, la lee, le conmueve, y siente la sutil y honda descarga de su autenticidad, se da cuenta que el ejercicio de poeta no es otro que el de ser persona. El de serlo con el máximo de honestidad que se sea capaz de acumular. Al margen de sus innegables hallazgos verbales, para cuya exégesis no me considero digno, estos poemas que van ustedes a leer aquí, tienen la suma de una experiencia vital enhebrada en la dúctil materia de la lengua, con la hermosa precisión trascendente que tiene la misma vida, de la que están cargados de principio a fin. Pertenecen, como glosa el título, al libro CERCA DE LA HERIDA, que fue publicado y presentado en Madrid por la editorial TIGRES DE PAPEL, en el mes de octubre de este mismo año que expira.
VERANO: homenaje a John Keats
Es el verano de mi existencia,
es el instante preciso, ahora,
de aspirar a algún trazo del deseo,
de emprender alguna tentativa del genio,
algún fruto que retoñe tímidamente a eternidad
y privilegie la memoria entre sus muertos,
ahora, que aún perviven brotes de tu primavera
que el tiempo ha ido tiñendo de luz perfecta
y esa savia de tolerancia hacia el dolor
que anticipa la humildad serena del otoño
y la nombra la estación total de las consumaciones,
que la muerte se entretiene en otros genocidios,
es el momento de recoger la siembra de tu alma,
un verso con hondos laberintos de pan,
un amor con blanca nervadura de ángel,
cualquier forma de claridad o espíritu mostrando
que ni en el peor naufragio fue tarde,
que siempre le cupo al tiempo la piedad,
que se albergó la vida sobre tus años débiles
y no fue en vano.
LA BUSCA (o por qué tengo que seguir vivo)
No he conocido el gran amor,
no se trata del arrebato de la ilusión platónica
aquel candor que en los años de la juventud
quisiera ensanchar los dones de la inocencia
hasta el mismo límite consumado del cielo,
no es la posesión mezquina del deseo,
la hambruna de un cuerpo que se viola con codicia
como quien vacía un cargador contra su propio miedo,
ya conozco eso...
hablo de cierto amor, del definitivo,
aquel que guía entre los cortes a ciegas del dolor
y hasta en el borde de inminencia de la muerte
te hace bendecir las sobras del tiempo que expira
como la claridad de una gloria que no se merece,
no puede haber otro camino que seguir,
rechazo la conformidad en la desesperanza,
el suicidio como la vaciedad de una rareza frívola,
esta será la consigna, resistir en la luz ansiada,
afirmar, hasta que el corazón se agote,
un afán de carne en deseo devastada,
la avidez de una existencia consumida en el fuego,
la verdad de una aventura que sobrecoja a la memoria
y permita escribir sobre tu tumba: "acogió el amor,
y vivió para serle digno".
PIENSO EN TUS PADRES
Pienso en tus padres,
los imagino jóvenes, en plena ebriedad de vida,
cruzando ríos y mordiendo tallos,
entregándose a todo tipo de presagios
y sílabas eufóricas de la luz
que te buscaban entre la niebla de una felicidad inconsciente,
pienso en tus padres,
en la ventura fortuita de su encuentro,
en la gracia del azar que prendió
para amasar tu carne de humanidad precisa,
los amo, escucho como los deshabita el tiempo
y me sorprendo a veces espiando sus besos, bendiciéndolos,
imaginándolos con el sexo temblando en la cópula
que revolvió la inercia tibia de su sangre
para ganarte en las garras mismas del vacío,
pienso en tus padres, amor claro,
los contemplo en sus huesos de amantes deshechos
y me emociono a través de sus vidas ya vencidas pensando en ti,
en la cosecha de plenitud que lograron,
en el refugio caritativo de tu lumbre
que se dejó caer de la impotencia de sus manos.
EDICIONES TIGRES DE PAPEL, web aquí
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