Han parado un instante los motores de la inmensa máquina, el móloc descansa unos minutos antes de reanudar su tarea infernal, es la hora del bocadillo para Dios, sólo continúan con su rutina los grises funcionarios del ministerio del tiempo: son sólo cinco minutos en silencio, algunos se colocan los auriculares minúsculos, resignados al ruido, circulan taciturnos con un ansioso cigarrillo en los labios, o leyendo un periódico que no entienden, un policía de fluidos observa atentamente una alcantarilla, por si se ha escapado una gota de tiempo a la cloaca principal, hace un mes hubo una fuga de dos horas; subió el impuesto del tiempo y todo el mundo aportó un segundo para arreglar el agujero, pero nunca basta, las fugas se multiplican por días y la fábrica electoral ya está en marcha, una legión de maquilladores y retóricos comienza a engrasar los motores de el móloc, antes de la llegada del nuevo mesías redentor, y reparten octavillas con las verdades del nuevo camino a seguir.
martes, 27 de septiembre de 2011
Impás
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