Procedente de una familia pequeño burguesa española cuyos miembros no rebasaban en ningún vaso el agua, pronto se dio cuenta que la profesión de mercachifle aplicada al ladrillo, le daría notoriedad social y pingües beneficios. En una universidad nortemaricona aprendió todos los sofismas necesarios para apoyar en sus discursos, la moral keynesiana del espíritu de sacrificio y el filantropismo de caipiriña. Limosnero del poder, un soterrado clamor general lo acusa de caradura, pero el se ríe poniendo cara de no haber roto un piso en su vida.
viernes, 18 de julio de 2014
BIOGRAFÍAS RIDÍCULAS: Enrique Cimientos, empresario de la destrucción.
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