desprecias la tristeza como a una lluvia
que te acaricia, efímera, el rostro encarnado,
las manos frías dos rosas entalladas en el vértigo
de las teclas del piano
desprecias la tristeza que la noche retiene
entre los dedos sucios de la madrugada
tristeza convergente
que te acaricia, efímera, el rostro encarnado,
las manos frías dos rosas entalladas en el vértigo
de las teclas del piano
desprecias la tristeza que la noche retiene
entre los dedos sucios de la madrugada
tristeza convergente
tardía
resignada
y la lluvia
te mata un paraguas de camino a tu casa
y la lluvia
te mata un paraguas de camino a tu casa
desprecias la tristeza
pero hablas con las cafeteras
o abrazas con cariño el frigorífico,
piensas que
adónde van los años, disfrazados
de algo con antifaz, si no es más pertinente acaso
seguir fingiendo un vuelo en la sonrisa
con mucho colorete en las ojeras
y el suicido inducido de una flor
que se tiró al vacío desde la maceta
mientras tocabas un nocturno de Chopin,
por cierto, un apellido
digna onomatopeya de una gota de lluvia
en el ventanal del estudio
yo siempre un asesino del romanticismo
dispuesto a servirles en lo que sea menester
pero hablas con las cafeteras
o abrazas con cariño el frigorífico,
piensas que
adónde van los años, disfrazados
de algo con antifaz, si no es más pertinente acaso
seguir fingiendo un vuelo en la sonrisa
con mucho colorete en las ojeras
y el suicido inducido de una flor
que se tiró al vacío desde la maceta
mientras tocabas un nocturno de Chopin,
por cierto, un apellido
digna onomatopeya de una gota de lluvia
en el ventanal del estudio
yo siempre un asesino del romanticismo
dispuesto a servirles en lo que sea menester
Poesía desde la F hasta la r, "dispuesta a servir en lo que sea menester..." Salud, Marcos!
ResponderEliminarSalud, Carlos, un fuerte abrazo.
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