Crecí nervioso en metábasis
porque no le cabía a mi sintaxis
el rosado memento de las discretas prímulas.
Y la lluvia cantora convencióme
al traslúz de una tarde:
debes siempre caer
con imperativo dulzor
sin contar una sola espina.
Mendigo Diego
Las esdrújulas son tan contagiosas como las efes, ya sean éstas fabulosas, efímeras, fatales o fastuosas.
ResponderEliminarBuen poema.
Salud
Francesc Cornadó
Hay quien las posterga por evidentes. A mí me parecen tan dignas como las llanas y agudas, conffieso que les tengo mucho cariño, son grecolatinas sumas. Y esto de cambiar la función sintáctica, de adverbio en sujeto por ejemplo, la metábasis, es una figura retórica muy interesante. Muchas gracias, admirado Francesc.
ResponderEliminarSalud