Si muchas pelusombras, por los avatares de los escobazos que da la vida, y toda esa épica de la felicidad que las pone tan tristes, se juntan en una sola madeja, entonces a la pelusombra última le salen un par de ojitos, inquietos y preguntadores, con los que ve el sol y a las personas mayores haciendo sus actividades rutinarias, y se va. La pelusombra última se va, porque se siente sola, y sólo cree en sí misma. Pero por el camino va dejando un rastro de lágrimas que no se pueden esculpir.
sábado, 30 de mayo de 2015
LO ÚLTIMO QUE LE PUEDE PASAR A LAS PELUSOMBRAS
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tus poemas y urdimbres, a veces me conmueven, lo que aún no he visto, lo que aún no ha existido en mi derrota y me lo clava y me lo incendia como una belleza clandestina que se hunde en hueso y en puño!
ResponderEliminarA mí me admira también de ti, esa lucha en el verso y el verbo, para derrotar a la soledad y el miedo.
ResponderEliminarUn abrazo, Mareva.
Ay! pelusombras con orejas gachas de conejo. Esculturas de viento, esos días con cortes de sol...
ResponderEliminarSalud, don Manuel
Las pelusombras están siempre entre mis favoritas, Manuel. Creo que ya lo había dicho en alguna otra entrada de pelusombras. Admiro siempre este humor melancólico y muy triste, me siento afín a las pelusombras, qué más puedo decir. Te leo siempre, buen amigo. No he tenido el tiempo de felicitarte por tu libro, pero agradezco en silencio todos tus textos siempre que paso por acá, que es bastante seguido. Un abrazo. Rodolfo.
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