SEÑORITA CON MÁQUINA DE ESCRIBIR
Un urbanista en exceso fantástico construyó una escalinata con forma de teclado de máquina de escribir. El teclado daba acceso a una placita semicircular con una fuente donde a intervalos más bien inexactos se iban grabando las palabras sobre un papel en blanco que hacía las veces de fachada de noble edificio recién encalado.
La señorita va todas las tardes a sentarse en el teclado, de espaldas al texto, en esos momentos que el escritor sale a dar su paseo vespertino y a fumar algunos cigarros con sus amigos. El escritor, reputado gigante de las letras, ignora que su musa más fiel existe, aunque ella a su vez ignora lo que él escribe.
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