En las vastas regiones sin aurora de las praderas de Tulandia llueve a mares en verano, y se forman suculentos charcos donde se ha ido desarrollando esta curiosa variedad de anfibio, especializada en la usura moral, económica y amorosa, denominada saponcio pilatos (jabonosus ranae). Se conoce que con el recalentamiento de los charcos y la proliferación acuciante de gérmenes antropomórficos, esta bella variedad de sapo ha desarrollado en sus genitales un tipo de vida superior que por el momento ha sido calificada, con muchas reticencias por parte de la comunidad científica, como homínido de buen ver. Parece ser que tiene unas dotes excelentes para acumular dinero y pensar por sí mismo, pero, como quiera que todos sus pensamientos pasan finalmente (vía órganos reproductores, estómago, pulmones y cerebro) a través de su verdadero propietario que es el sapo, sus excepcionales cualidades quedan ostensiblemente mermadas.
Está estudiándose con sumo detenimiento la posibilidad de extirpar de los genitales del saponcio (animal sagrado en Tulandia) esta excrecencia de tan inmejorable aspecto que amenaza gravemente con suplantar a la especie principal. Esto traería pingües beneficios para toda la sociedad, ya que el cerebro de estos homínidos adláteres está compuesto por una sustancia muy apreciada en cosmética femenina denominada matería gris. Con ella se fabrica un jabón para la higiene íntima de las Tulandiosas, que como a nadie se le oculta, son muy coquetas. Además se lo puede utilizar como amante. No da un ruído.
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