Plus Ultra
ÍNSULA LITERARIA
miércoles, 10 de mayo de 2023
LA MORDEDURA
miércoles, 5 de octubre de 2022
MONÓLOGO DE UN SAPO SAPIENS
IOmnisciente es el vidrio, apuntalado en la certeza de su transparencia, así como esta mi vulgar papada de sapo entiende que hay una funesta baba en cada neurona, esperando el momento destinado al canto de la nube. Por eso callé durante un tiempo, sumergido en la pluralidad de sentido, imaginando el ansiado incendio de las peluquerías. Querido primer mundo, aquí estoy parapetado en mi hedionda suficiencia, de un solitario salto accedo a la terca aridez de la nariz humana, contumaz peregrina de naderías. Las siete puertas de Jerusalén están selladas. Callé para volver poquito a poco, con una llave asesina.
IIParece que la historia podría resumirse encima de una flor de loto, en la comodidad asustadiza diseñaría ancas a la medida de una explicación universal para llenar de cieno y estiércol las estúpidas manitas blancas de la brisa, que se lleva lo grave a comer caramelos. La venenosa superficie de esta piel escamosa me delata. Transfinitar el mundo, me digo, y croo. Sapientísimo croo, sapopótamo, sapoderoso, sapón divino, me hundo en la humildad del barro para escupir en la calva del presentador de televisión el penúltimo escupitajo de la gloria. Pero ya todo el mundo, secretamente, sabe, que la turbiedad del agua proviene sin ninguna duda de gargantas bien algodonadas. Cabrones sin fisuras.
IIIObservo la naturaleza humana como el árbol que es. Un coro de ramas intrincadas violentan la azulejería del cosmos: esa vagina desdentada y triste. Es el llanto polifónico de lo vegetal, clamando por una genealogía inconfundible, pero la corteza del sueño hunde en el olvido toda la pudrición humosa de esta maternal indolencia en que se complace el género sapiens. Sapo de sapiens al cuadrado de la inmortal ignorancia, paladeando el jugo surrecto del vino frente al combate de la sangre desinhibida. La profunda insatisfacción del ser humano proviene de su negación a reconocerse aquí, en la probidad especular de una charca.
martes, 27 de septiembre de 2022
POEMA A DOS MUJERES
Presto a borrarse todo, crepitan las golondrinas
al caer la tarde. Miro el rostro amado de mi madre
y me veo contemplándola. Apenas puedo reprimir
el iluso deseo de su permanencia. ¿En qué otro lugar
sino en este fondo sin fondo, en esta luz a oscuras
de la materia humana cuajando sus rosas de muerte
puedo sembrar la raíz poderosa del recuerdo?
Ella levanta ahora su mirada hacia mí y comenta
una lejana música que se advierte lejos, y yo
concentro toda mi fe en este nudo en la garganta.
Pronto me iré de aquí, donde crecí queriendo,
en múltiple color de amores viejos, donde aprendí
una voz de no sé dónde, antigua y bella, donde perdí
por primera vez algo de esa inocencia tan valiosa
que nos deja perplejos ante la vida, y nos hace
acordar el corazón con lo que de verdad importa.
Tus manos me esperan, son pequeñas como risa
de niño, mas se alargan creciendo sobre mi cuerpo.
Tu boca me nombra en silencio, me habla de un lugar
donde estuve siempre, porque no existe. Un viento
de agosto me llevará hacia ti, y plantaré un sueño.
El sueño de un árbol que da sombra al solitario.
El sueño de un árbol que desafía a la luz:
esa inclemente claridad de la vida que vence,
con recuerdo impostado, a la humilde memoria
de los días hermosos que muy seguramente
habré olvidado, y aquí, en el poema, quieren
verter aún su última tarde para siempre.
domingo, 26 de diciembre de 2021
TALLER DE PINTURA
TALLER DE PINTURA
jueves, 9 de diciembre de 2021
EL INDIFERENTE
Anacrónico Valls tiene la enfermedad de lo que no va con él. Una especie mórbida de indiferencia a la que las gafas le añaden un aire incierto de desconfianza continua en casi todo. Solo le falta un punto de cruda rudeza moral para ser un ente totalitario en sí mismo. Entonces le sobreviene una angustia ancestral y pasa de todo.
miércoles, 8 de diciembre de 2021
lunes, 22 de noviembre de 2021
EL INDIFERENTE
Anacrónico Valls tiene la enfermedad de lo que no va con él. Una especie mórbida de indiferencia a la que las gafas le añaden un aire incierto de desconfianza continua en casi todo. Solo le falta un punto de cruda rudeza moral para ser un ente totalitario en sí mismo. Entonces le sobreviene una angustia ancestral y pasa de todo.
domingo, 14 de noviembre de 2021
PERFIL DE ARTISTA
Un ser normal, por tanto extraño. Una agitación de ramas inesperada.La certeza de no saber lo que no se sabe.Podría seguir, pero sabe cuando tiene que parar.
miércoles, 29 de septiembre de 2021
EL JARDÍN DE LAS BELLAS LENGUAS
Sobre un solar edificado con ladrillos de historia o libros de adecuado grosor (dizque en época latina eran todo frondas de espesado verdor) emparentesilante e incardinado, como una flor cortada entre las manos cruzadas de un cuerpo presente vivo o muerto pero quieto, y teniendo muy en cuenta la inefable verdad, apuntada por Amado Nervo (como por otros tantos muertos doctos) de que una sola de nuestras células, lectores, tiene escrita por tiempos inmemoriales la señal desoxirribonucleica de todas las razas habidas y por haber; debería ser de obligado cumplimiento regar las plantas con más frecuencia, en aderezo de sus necesidades, sin olvidar que a quien nada le parece suficiente, nunca tiene suficiente. Posíblemente algún aciago día dudemos del año en que vivimos o cuando andemos con la duda ya estemos en otro barrio, pero este particular, para las personas, y somos una ignorada mayoría, de arrabal tardío, supone menos problema que a las residentes en casas aisladas en cuyo jardín se habla un idioma en la intimidad (como podría hablarse cualquiera otro) sin la inquietante compañia de una pared tras la que mora una inteligencia peligrosamente parecida a la nuestra : seguramente alguna mala tarde olvidaremos dónde olvidamos el vaso de agua, entonces la bella lengua (repito, cualquiera de la que tengamos a bien usar sin que nos la impongan, como no sea por vía natural) descenderá con sus pétalos de variada color y veremos de nuevo, sobre la especular calva de Confucio, los reflejos dorados de la sabiduría universal, cabalmente transcritos con una grafía totalmente reconocible, como aquella que se utiliza correctamente en tantos urinarios públicos.
Lo público, representado soberanamente por la lengua materna, siendo que lo materno induce además al amamantado juego de la pereza, debería hacerse mayor, independizarse. No sé si se me entiende, pero lo creo con absoluta fe: el neoliberalismo, fatigando sin rubor el preciosismo del caminito de baldosas amarillas, ha conseguido subvertir las leyes naturales de la selección descritas por Charles Darwin, en un conjunto de ideas morales falsas, educadas, con todo el protocolo de un sistema educativo nacional, según una lista de la compra donde cabrían los más refinados caprichos obsolescentes al lado de una sandía.
La cuestión es política, en caso contrario sería bucólica, y ya sabemos hasta que límites de ingenuidad desciende la lengua cuando describe la naturaleza sin el pudor de la ciencia. O no. Al fin y al cabo, el límite entre la ingenuidad y la belleza es de esos que hay que entornar la vista, y no basta sólo con mirar. Se adivinan tiempos convulsos, relataba el alcachofero de turno en el mercado cuadrado del televisor, donde las gentes del común adquirimos esa noble virtud, crisol de civilizaciones forjadas con mano de hierro, de tener opinión versada. El caso es que las plantas siguen sin regarse: nadie parece interesado en la pedagógica actividad de echar agua a unas humildes flores, que como tiernos niñitos en la escuela, se están secando con divertidas admoniciones bajo la tutela del animador sociocultural Walt Disney. Conectados medularmente, el sístema vegetativo nervioso y el cerebro son una y la misma cosa. En el niño y en la flor. Pero igual ya no nos da para perpetuar la especie, en cuyo caso, algún día, optaremos entre ser padres o plantar un crisantemo.
jueves, 23 de septiembre de 2021
LO QUE ESTÁ HACIENDO EL HOMBRE DE LA CALLE, de Enrique Badosa
LA SINCERIDAD DE ADÁN
Cuando me expulsaron del paraíso estaba en el cuarto de baño. Desde entonces, cuando vuelvo por las razones normales que uds también tan bien conocen, lo hago de esta guisa: descalzo, con vaqueros y sin camiseta alguna en verano, con un reloj de pulsera en la muñeca izquierda, unas gafas de lectura colgadas al cuello, y el móvil.No suelo tener problemas de regularidad en el tránsito de las sagradas escrituras y aprovecho, si el momento se demora, para leer algún insidioso artículo de opinión, con objeto de desentrañar los mecanismos mentales del autor, sujeto la mayoría de las veces a una dependencia canina de la ideología. Al cabo, con un poco de suerte, percibo que mi presencia en el paraíso perdido del excusado no tiene sentido, y puesto que no hay manzanas, ni serpiente, ni Eva, procedo al aseo con agua limpia y gel íntimo (sí, han leído bien) de la zona interfecta y vuelvo al infierno del que, por libidinoso, nunca debí salir. La libertad le da pie a uno a contar las cosas con franqueza, y ese tradicional apego cervantino a esconder lo humano para que asome un poco lo divino. Temo, sinceramente, no haberlo conseguido, pero al menos aligeré el fardo combustible de la cotidianidad.
domingo, 30 de mayo de 2021
CONDOLENCIAS DE TODOS LOS COLORES
miércoles, 12 de mayo de 2021
miércoles, 21 de abril de 2021
AFTER THE RAIN
martes, 20 de abril de 2021
LA SOMBRA DEL FOTÓGRAFO
lunes, 12 de abril de 2021
MINICUENTO FANTÁSTICO
El señor que se levanta con los ojos muy abiertos, como cada mañana, ha mirado un retrato de su abuela, y su abuela no estaba en el retrato, se cansó de figurar eternamente como personaje fotográfico. Esta señora no quería ya seguir perteneciendo al pasado, y se fue. Estaba en su derecho -pensó el señor ojiplático-y ahora que dentro del marco solo podía verse la pequeña tramoya decorativa que la rodeaba, tal vez el recuerdo de este familiar tan querido fuese más real para él que la fotografía.
Colaje de Paco Marcos |
martes, 22 de diciembre de 2020
domingo, 29 de noviembre de 2020
FLORES Y PERROS
lunes, 19 de octubre de 2020
EPÍSTOLA A LOS EMERITENSES
miércoles, 14 de octubre de 2020
miércoles, 23 de septiembre de 2020
lunes, 29 de junio de 2020
domingo, 24 de mayo de 2020
LA REBELIÓN DE LOS MEDIOS ES DIRECTAMENTE PROPORCIONAL A LA MEDIOCRIDAD DE LAS MASAS
La capacidad de persuasión de la palabra ha sido sustituida vilmente por una imagen superpuesta, denso velo de información escandalosa. Parece que el dato, lejos de ser lo que le correspondería, es decir, una herramienta para interpretar la realidad, convoca al posicionamiento inmediato en alguna de las abundantes trincheras ideológicas de todo signo que proliferan en este campo de batalla virtual que es la esfera de internautas. Algunos, llevados de una resolutiva verborrea, insultan a una parte anónima e inindentificable, que se calificaría a sí misma en el mismo momento en que tomara la palabra para rebatirlos. Así se van formando pequeños destacamentos de oradores, mosqueteros de la verdad, lanceros de la justicia y profetas de la moral. En este juego de estrategia ególatra y por demás superficial: todos somos vasallos de nuestra propia ignorancia.
sábado, 9 de mayo de 2020
LA REBELIÓN DE LOS MEDIOS ES DIRECTAMENTE PROPORCIONAL A LA MEDIOCRIDAD DE LAS MASAS
La capacidad de persuasión de la palabra ha sido sustituida vilmente por una imagen superpuesta, denso velo de información escandalosa. Parece que el dato, lejos de ser lo que le correspondería, es decir, una herramienta para interpretar la realidad, convoca al posicionamiento inmediato en alguna de las abundantes trincheras ideológicas de todo signo que proliferan en este campo de batalla virtual que es la esfera de internautas. Algunos, llevados de una resolutiva verborrea, insultan a una parte anónima e inindentificable, que se calificaría a sí misma en el mismo momento en que tomara la palabra para rebatirlos. Así se van formando pequeños destacamentos de oradores, mosqueteros de la verdad, lanceros de la justicia y profetas de la moral. En este juego de estrategia ególatra y por demás superficial: todos somos vasallos de nuestra propia ignorancia.
EL LUGAR PARA PONER UNA COMA
Desafiante, la lengua tiene forma de escalera, y se van deslizando las palabras en ángulos de noventa grados hacia el incendio del idioma, y en ese momento la coma es un bombero sacando músculo. Que cada uno la ponga donde quiera, y allí nos veremos. Porque este incendio no hay forma de apagarlo sin dejarlo arder.
Dibujo del autor |
jueves, 26 de marzo de 2020
CONSEJOS PRÁCTICOS PARA ACERTAR EN LA PREDICCIÓN DE DESASTRES BÍBLICOS
Comenzar siempre con la siguiente frase, que predispondrá a nuestros interlocutores a escucharnos sin la animosidad típica de los interlocutores tipo:- "En las actuales circunstancias, víctimas todos de una entropía distópica, de origen aún por probar, que compromete los cimientos de nuestra sociedad basada en derechos, libertades y obligaciones (aunque este último extremo esté también por confirmar), y por nuestro bien; permítanme estas recomendaciones para ejecutar con elegancia el noble arte de la retórica predictiva:"Como pueden observar, el parágrafo anterior podría ser interpretado por muchos como un síntoma de debilidad e incluso falta de conocimiento, cuando no de decidida ignorancia ante la gravedad de los hechos, debido a un tono conciliador y neutral poco del gusto actual. Acto seguido pasaríamos a enumerar los dos consejos prácticos a los que alude el título. Son muy sencillos de enumerar, pero harto difíciles de entender, por lo que aconsejamos primariamente no albergar la más mínima esperanza de ser atendidos con un mínimo de respeto:Primer consejo - Nunca, bajo ningún concepto, emitir publicamente una predicción de desastre bíblico después de que haya acontecido. Nuestra reputación podría verse mermada de manera notable.Segundo consejo - Nunca, es nunca.
lunes, 2 de marzo de 2020
EL EGÓLATRA
Desde que me conozco mejor, he aprendido a mirarme de otra manera. Antes, por ignorancia de mí mismo, aprendí el idioma del pájaro, dones ebrios de beatitud, ante la inconsolable pantalla del espejo. De tanto mirarse uno, el mundo se estrecha como un agujero negro, y parece que el tiempo melífluo es sigilosamente engullido por él.
Ahora me miro y no me veo. Pasajero ya de otro mundo que no tiene nada que ver con el mío.
Collage de Paco Marcos |
lunes, 30 de diciembre de 2019
CUENTO APOROFÓBICO
EL TROMPETRISTE
Soy trompetista. Un trompetista anónimo, nada del otro mundo, me bato el cobre todos los días en la calle con mi trompeta de latón para conseguir algo de dinero que llevar a mi casa, donde mi madre me espera con un humilde plato de sopa, hecha seguramente en una olla del mismo material que la trompeta. Es curioso ¿verdad?, cuánto trabajo encima, tantos siglos sacando de la entraña de la tierra este metal pobre, pariente marginado de la familia, cuyos hermanos, el oro y la plata, se llevan todos los premios de la popularidad: la ambición del ser humano, esa olímpica pasión por superarse, olvida muchas veces que hasta la más barata trompeta de latón, está hecha de cobre y otro material, ¿cual era? ¡ah, si, el cinc! Gracias a él, mi trompeta es más dura, resistente a la oxidación, y cuando consigo ese punto de fusión tocándola, de fusión artística , de calor creativo, mi trompeta de sencillo latón suena como la mismísima trompeta de Chet Baker, suena eléctrica, suavemente galvaniza los oídos de las personas que pasan por la calle, los prende a un sonido que es tan antiguo como la extracción de todos los metales que esconde la entraña de la tierra, los transporta al origen de su propia condición de seres minerales en su mayor parte compuestos de agua, pero ¿no es cierto que los hombre somos una aleación compleja de muchos elementos? Bien, no quiero hacer tampoco un panegírico ahora sobre la composición química del hombre, corro el riesgo de que piensen que se me ha ido el santo al cielo, y como ángel trompetero no doy la talla, sinceramente: los que Miguel Ángel pintó en la Capilla Sixtina, sí; esos son unos titanes que abren las nubes de la gloria a las almas que se lo han merecido. Mi abuelo Tomás trabajó mucho tiempo en una fundición de cobre, esta trompeta me la regaló él; gustaba de tocarla los domingos en el campo, junto a una Ermita muy cerca de la playa. Mis recuerdos son maleables como el estaño, a veces pierdo la noción del tiempo mientras toco una balada de jazz, pero jamás olvido con cuanto cariño mi abuelo Tomás, cuando yo tenía diez años, me regalo su trompeta cobriza, desgasta del baño de plata que tenía, y me dijo: ¡Pepo, aprende a tocarla, tu tienes talento!
Trabajó muchos meses en aquella sofocante pero hermosa fundición para poder comprar esta trompeta que ahora sostengo en las manos, y otras personas, hubieron de laborar mucho también para extraer el cobre y el cinc que hacía falta para fundir el metal para hacerla, y luego un luthier también hubo de aplicar allí a esa plancha inerte de metal, su sabiduría heredada para convertirla en un instrumento musical, cuyo diseño interior, ese curioso y limpio intestino de válvulas y pistones, fue además fruto de siglos enteros de pequeños y mágicos descubrimientos, que alguien, en algún momento de la historia fijó, para bien de todos. A principios del siglo diecinueve, un alemán desarrolló una trompeta básica de dos pistones. Yo no pensaba en nada de esto con diez años, me bastaba con el destello metálico, con el sinuoso y armónico hueco de la campana, para quedarme maravillado. Parece mentira lo mucho que hay detrás de una simple trompeta de latón tocada por un pobre tonto como yo, con cara de payaso.
Hay trompetas fabricadas completamente de plata, de níquel, o de oro. Son muy caras, pero que importa. Un día, tocando en la calle, una señora me dijo que sonaba preciosa; pensé inmediatamente en mi abuelo, y en todas esas personas que habían hecho posible, de una forma u otra, ese milagro de una trompeta de latón, el sonido a cielo abierto de mi triste trompeta, un tanto cascada ya, llevando una melodía melancólica o alegre, al tímpano auditivo de una señora amable que pasaba por aquí, seguramente harta, por otro lado, de tanto ruido ambiental. Así que, ya ven, no hay mayor premio para mí que este, poder hacer llegar a algunas personas la música de mi trompeta de cobre y cinc, maleada por el uso y los vientos arenosos y húmedos del poniente andaluz. ¡Ahí va el trompetriste! dicen algunos: tal vez llevados por la ignorancia, no saben que yo sé que el nombre de la palabra cobre, nació muy lejos de esta ría, tal vez en Chipre; los romanos la llamaban Cyprium. Qué les importa a ellos si el metal fue o ha sido imprescindible para tocar una trompeta, con cara de payaso, o para conquistar, precisamente, las islas del Mediterráneo, a golpe de falcata. No hay trabajo, ni perspectiva de conseguirlo, los ánimos están muy alterados, hay muchas cosas en este mundo que andan mal, no se me ocultan, procuro mejorarlas un poco con tres o cuatro canciones, tengo un concepto del hombre más elevado del que debiera corresponder a un músico callejero, pero así es, y confío en que tarde o temprano, toda la basura que amenaza con paralizarnos será conjurada con el esfuerzo de muchos.
Ahora camino por el paseo marítimo y pienso que sería de mi ciudad, sin toda esa historia que tiene a sus espaldas, también sin ese puñado de intrépidos ingleses que compraron las minas de Río Tinto: la palabra empresario anda de capa caída últimamente, y la de mendigo parece cobrar una dignidad inusitada, sin embargo: ¿qué sería de mí y mi sonora trompeta si unos señores no hubieran arriesgado su vida entera por aprovechar las riquezas que da el subsuelo? Un triste músico, bufón del poder, qué suena su trompeta de latón piensan que soy, y no va más allá la grandeza del hombre para ellos, aunque a veces implique ese esfuerzo, convertir materiales tan nobles en residuos sin futuro. Yo confío en el hombre, en su fuerza constante, su vigor industrial, su bondad filantrópica; y aunque muera desnudo, sin zapatos, con la imagen hermosa de mi madre tan buena, con su sopa de pan y su olla de cobre, esperándome afable cuando llego cansado de soplar en mis notas la casida cantable de estos tiempos oscuros, tal como hizo mi abuelo: fundiré nuevamente mis recuerdos para darle a mi vida un color más brillante, un dorado carácter que destelle ironía, un soplo incombustible de confianza. Sé transmitir muy bien las propiedades del sonido en mi trompeta, soy un magnífico conductor eléctrico de música. Otros verán, en el brillo del dinero, las propiedades energéticas del sol, su capacidad de inundarlo todo de luz; yo la veo en el candente y aterciopelado son de mi trompeta. No sé si les aburro un poco, mi vida ha transcurrido hasta el momento más bien en soledad, ahora tengo ya cincuenta años, pero siendo muy pequeño, mi padre me llevó una vez a ver el río rojo: a él le gustaba llamarlo así, y a mí me gusta pensar que en las notas de mi trompeta reside esa facultad de aquellas aguas, de tintar la piedra con cárdenos y sulfúricos matices a su paso, así como en el alma de la gente que en la calle se detiene a escucharme, puede imprimirse algo de ese cúprico matiz que tienen los atardeceres en la marisma. Por las mañanas suelo ayudar en mi casa con la limpieza, mi madre tiene la manía de coleccionar muchos pequeños sortilegios, muchos de ellos metálicos, candelabros, ceniceros...incluso una pequeña colección de soldados de plomo que una familia de una casa donde cocinaba, en el barrio obrero, le regaló antes de irse de Huelva; se llamaban Topkins de apellido, y eran famosos en el barrio por el refinamiento mecánico y educado de sus vidas, rodeada siempre de una suntuosidad muy moderada, de pipa aromática, periódico y un buen güisqui; en el fondo y en las formas bastante discreta. A Conchita, que así llamaban a mi madre, la trataron siempre con mucho cariño y, a veces, le daban para mí pequeños objetos de bronce: guardo como oro en paño un autómata que consiste en un minero con pico que, eternamente sube y baja su herramienta sobre una roca, con su pañuelo anudado al cuello, y una estatuilla de un futbolista muy famoso, que apodaban "choquito", por su menuda y rechoncha apariencia; dicen que, antes de que llegara la guerra, una temporada anotó hasta veintisiete goles, y fue pichichi por delante de un señor que había venido de argentina a jugar, con un contrato mucho más sustancioso que el que él tenía. Ya se ve que en este asunto del vil metal, valen más las personas que las trompetas, los coches, los trofeos, y toda la parafernalia lustrosa, la quincalla barata, que rodea la agitada vida de una ciudad industriosa. No me quejo de como me tratan mis conciudadanos, mal que bien, creo que perciben en mí a un ser menesteroso y noble, que a base de un poco de pundonor, altas dosis de modestia y una pizca de genialidad, ha conseguido hacerse un lugar en el imaginario público de sus congéneres, y así me lo hacen ver, desprendiéndose generosamente de alguna moneda, cuando interpreto el himno del Onubalompié club de fútbol en las inmediaciones de estadio.