47
Tengo frío junto a los manantiales. He subido hasta cansar mi corazón.
Hay yerba negra en las laderas y azucenas cárdenas entre sombras, pero,
¿qué hago yo delante del abismo?
Bajo las águilas silenciosas, la inmensidad carece de significado.
48
Sobre excremento de rebaños, subo y me acuesto bajo los robles musicales.
Cruzan palomas entre mi cuerpo y el crepúsculo, cesa el viento y las sombras
son húmedas.
Hierba de soledad, palomas negras: he llegado, por fin; éste no es mi lugar,
pero he llegado.
49
Yeguas fecundas en la fosforescencia. Recuerdo el miedo y la felicidad en
mis cabellos hendidos por el relámpago; después, el agua y el olvido.
A veces veo el resplandor del monte sobre las grandes máquinas de la tristeza.
50
Vi la serenidad en los ojos de las reses destinadas a los cuchillos industriales
y los caballos inmóviles en la tristeza;
después, la cal, su luz en los ancianos, y grandes grietas habitadas por lamentos.
54
Venían sombras, animales húmedos que respiraban cerca de su rostro. Vio la
grasa fulgir en las lavandas y la dulzura negra en las bodegas terrestres.
Era la festividad: luz y azafrán en las cocinas blancas; lejos, bajo guirnaldas
polvorientas, rostros en la tristeza del carburo,
y su gemido entre los restos de la música.
Colaje de Hannah Höch |
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