El ya no más de tu siempre,
tu cuerpo sediento de maíces.
Tu vientre imantado, saturnal,
esa epidermis de las palabras
cuando el envés del mundo se nos muestra.
Alma púber
de raíces sentimentalmente urdidas
en estupor pueril; clama por la belleza
que te robaron,
deja que entre la luz hasta el hueso.
Mendigo Diego
Simpledemente, me parece muy bonito lo que escribes.
ResponderEliminarConcha Irala.