En la quietud apareces, tal un sueño,
ornada por la triste blancura de tu piel
tejiendo con dulzura recuerdos que sostienen
la débil mansedumbre de la carne aún invicta.
ornada por la triste blancura de tu piel
tejiendo con dulzura recuerdos que sostienen
la débil mansedumbre de la carne aún invicta.
Sé que en tus ojos un sutil brillo evoca
la ternura vibrante de la tarde primera
en que tus labios fueron dos pájaros
heridos en el nido sereno de los míos.
la ternura vibrante de la tarde primera
en que tus labios fueron dos pájaros
heridos en el nido sereno de los míos.
Nada tiene la fuerza de ese instante,
es un niño sin padres que en mitad
de la bruma amanece desnudo.
es un niño sin padres que en mitad
de la bruma amanece desnudo.
Acoge la semilla de este huérfano mirto
en tu vientre de luna revelada,
dando signos de otoño enardecido.
Ven,
amor mío, hay abrigo en mi aliento.
en tu vientre de luna revelada,
dando signos de otoño enardecido.
Ven,
amor mío, hay abrigo en mi aliento.
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