Henchiste mi vela con tus vientos, escindes
en la mar rosas contra mi aliento.
Viro para enfrentar el hondo corazón
de la bruma que me lleve, olvidado
del mundo, a la cala desnuda de tu cuerpo.
Luna llanera flameas al filo de la noche, tenso
cataviento, cantas la muerte de la ternura.
Esto queda de mí, arcángel de humo, el redaño
violáceo de una vigilia lenta en que te amé
con la fe vigorosa de los pájaros.
Pintura de Paul Klee |
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