la araucaria arde con las ramas en cruz y
ese ritmo castaño con que sueñas despierta
hiere con las palabras el cénit de la tarde
dos naranjas del pulso
tus mejillas abiertas
la soledad ingente de un mar que nos olvida
tu lengua púrpura
develada en la mía
develada en la mía
en el viento del tiempo la rosa vertical
de tu voz
empuña espinas invisibles
contra la frivolidad de las cometas
horizontal te vienes
con estrellas de fuego
la noche se peina en tus pupilas
intonsa
aleve
salvaje
erizando los bornes de mi huesos
ebrio de ti
cierva de brumas nuevas
emboscada en la luz
me desnudas la vida
Colaje de Philip Igumnov |
Qué placer que escribas, que suenes, que veas así, Manuel. Salud!!!
ResponderEliminarGracias, Carlos, es traducir (intentarlo) la belleza que nos trae la vida.
EliminarSalud, amigo.